A poco más de 60 horas del fallecimiento del Padre Mamerto Menapace, la comunidad del Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos comienza a transitar en paz una etapa de duelo marcada por la gratitud, el recogimiento y el recuerdo de quien fue mucho más que un monje: un faro espiritual, un poeta del alma y un sembrador incansable de metáforas que conectaban lo cotidiano con lo trascendente.
El actual abad del monasterio, Padre Osvaldo Donnici, dialogó en ‘Despertate, por Cadena Nueve y Máxima 89.9 en una entrevista que combinó emoción, reflexión y memoria. “Recién con su entierro pudimos empezar a aquietarnos. Fueron días muy intensos, de acompañamiento, de organización, de velatorio. Ahora comenzamos a sentir su ausencia”, expresó.
Mamerto Menapace, conocido por su vasta obra escrita, sus relatos llenos de imágenes del campo y su forma única de traducir el Evangelio a un lenguaje accesible y cercano, marcó profundamente la identidad del monasterio. Era como el mago que sacaba pañuelos sin fin de su galera. Siempre tenía una imagen, una idea, una palabra para decir. Ante esta descripción el benedictino, evocó su espíritu creativo y su presencia infaltable en el coro a las cinco y media de la mañana, aún en sus últimos días.
El monasterio ha atravesado recientemente un tiempo de pérdidas significativas. En 2023 falleció el Padre Bartolomé, uno de los primeros vocacionados, y luego el Padre Héctor, de manera sorpresiva, en apenas 24 días. Con Mamerto, la comunidad vivió una despedida más progresiva: “Sabíamos que se acercaba ese momento, lo fuimos acompañando con mayor atención, con cuidados físicos y mucho cariño”, explicó el abad.
La comunidad benedictina en Los Toldos hoy cuenta con 15 integrantes. En ese contexto, el recuerdo de Mamerto se entrelaza con la historia de otras figuras que forjaron el espíritu de cercanía y hospitalidad del monasterio. “El monasterio tiene una vocación de puertas abiertas desde su fundación, con una fuerte inspiración del monasterio suizo de Einsiedeln. Mamerto fue su rostro más visible, pero no el único. El Padre Meinrado (Hux), el hermano Ambrosio y otros también dejaron una huella profunda”, destacó Donnici.
A través de la liturgia, adaptada con elementos del folklore local, del idioma cercano a la gente, del uso de guitarras y expresiones autóctonas, la comunidad sigue transmitiendo una espiritualidad encarnada y acogedora. “Nuestra misa es oración compartida. Queremos que quien venga pueda participar, cantar, rezar con nosotros”, añadió el abad.
Para quienes deseen acercarse, el monasterio celebra la misa diaria a las 8 de la mañana (lunes a sábado), y los domingos a las 10. Además, mantiene su tradición de hospedería, recibiendo personas que buscan momentos de silencio, discernimiento o simplemente compartir la vida monástica por unos días.
En palabras del periodista Gustavo Tinetti, el Padre Osvaldo Donnici es “un hombre sereno, sencillo, de gran empatía, que hereda el carisma de quienes lo precedieron sin hacer alarde, y con un estilo propio que invita al encuentro”. A esto, el propio abad respondió con humildad: “Algunos ya me lo dijeron… que ahora me van a tener que venir a buscar a mí. Yo sólo trato de facilitar el camino”.
Con el alma de cada benedictino que han formando la historia, y ahora de manera reciente el padre Mamerto, presente en cada rincón, en cada canto matutino, en cada metáfora que aún resuena, el Monasterio de Los Toldos sigue siendo ese espacio donde la fe, la poesía y la vida cotidiana se encuentran para dar sentido y consuelo. Como elefantes sagrados, los monjes caminan lento, pero seguros, con los pasos marcados por una tradición viva que sigue floreciendo.
Agencia MTR