El 8 de junio de 1987 se aprobó la Ley del Divorcio Vincular en nuestro país, un hecho histórico que cambió significativamente la legislación familiar. Esta ley permitió a los cónyuges disolver su matrimonio de manera definitiva y sin necesidad de alegar causas específicas, lo que anteriormente era un requisito.
Antes de la aprobación de la Ley del Divorcio Vincular, la legislación solo permitía la separación de hecho o la separación judicial, pero no el divorcio vincular. Esto significaba que los cónyuges podían separarse, pero no podían contraer nuevas nupcias.