lunes, junio 17, 2024
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Monseñor Ariel Torrado Mosconi “No puede haber un verdadero pacto como nación sin una superación de los antagonismos, sin una verdadera actitud de respeto, escucha y diálogo”

El obispo de Nueve de Julio encabezó el Te Deum en la catedral Santo Domingo con la presencia de la intendente María José Gentile donde con pasajes bíblicos llama a la unidad y la esperanza en el aniversario de la Revolución de Mayo

El obispo de Santo Domingo, Ariel Torrado Mosconi, pronunció una emotiva homilía en la Iglesia Catedral de Nueve de Julio, este sábado 25 de mayo, con motivo del aniversario de la Revolución de Mayo.

El sacerdote lo hizo ante la atenta mirada de la titular del Ejecutivo distrital, María José Gentile, acompañada de funcionarios de su gabinete, convirtiéndose la celebración religiosa en el acto más trascendente de la conmemoración del inicio de la Patria, en el distrito.

Bajo el título “Tres imágenes bíblicas para recuperar la unidad y animar la esperanza”, el obispo hizo referencia a pasajes de la Biblia que, según él, contienen enseñanzas relevantes para la sociedad actual.

En primer lugar, destacó la imagen del Pentecostés, donde el Espíritu Santo desciende sobre la comunidad cristiana primitiva, uniendo a personas de diferentes orígenes culturales y sociales en un espíritu de solidaridad y unidad en la diversidad. Esta imagen, según el obispo, es un llamado al diálogo franco y desapasionado, capaz de superar la polarización y buscar el consenso y la integración.

“No puede haber un verdadero pacto como nación sin una superación de los antagonismos, sin una verdadera actitud de respeto, escucha y diálogo”, resaltó monseñor Ariel Torrado Mosconi.

Luego, hizo referencia a la parábola del Buen Pastor, quien deja a las noventa y nueve ovejas para ir en busca de la extraviada, destacando la importancia de no perder de vista a las personas concretas en medio de las estadísticas y tendencias globales. Para el obispo, la compasión y la empatía son fundamentales para la recuperación y la reconstrucción genuinas de la sociedad.

Finalmente, se refirió a la imagen de Jesús en la barca con sus discípulos durante una tormenta, comparando esta situación con los momentos críticos que atraviesa una nación. Según él, la confianza, la solidaridad y el trabajo conjunto son clave para superar las adversidades y alcanzar el bien común.

El obispo destacó la importancia de mantener la confianza y la esperanza incluso en los momentos más difíciles, y animó a la comunidad a seguir trabajando unida por un futuro mejor. En un momento en que la sociedad enfrenta desafíos como la inflación, la inseguridad y la corrupción, sus palabras resonaron como un llamado a la acción y a la solidaridad.

En la misma línea de mensaje que el celebrante, la Jefa Comunal, María José Gentile señaló a CN que ‘En 1810 pese a las diferencias – como hoy – se trazaron objetivos para dar nacimiento a la Patria, y ahora, debemos seguir el camino de mirar la importancia conducta ecuánimes para el desarrollo y el crecimiento de los nuevejulienses y ello debe ser entre todos’.

Mensaje textual de Monseñor Ariel Torrado Mosconi

“TRES IMÁGENES BÍBLICAS

PARA RECUPERAR LA UNIDAD Y ANIMAR LA ESPERANZA”

Homilía del obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio, Ariel Torrado Mosconi, en el aniversario de la Revolución de Mayo, Iglesia catedral, sábado 25 de mayo de 2024 (Hch 2,1-11; Sal 22; Mc 4,35-41)

Las lecturas de la Palabra de Dios recién proclamadas evocan tres imágenes cargadas de sentido capaces de iluminar nuestro caminar como nación, sociedad y pueblo, orientándonos por una senda de solidaridad y esperanza. Ellas son el Pentecostés de la venida del Espíritu Santo sobre la primitiva comunidad cristiana; el buen pastor que va en busca de la oveja perdida, para recuperarla y reintegrarla al rebaño y Jesús en la barca con los discípulos en una noche de tormenta.

Pentecostés

La inflación y la inseguridad, la corrupción y falta de justicia, junto a la polarización ideológica, la conflictividad como método y la profundización de lo que se dio en llamar “la grieta”, son dañinos y corrosivos para cualquier sociedad. Los relatos ideológicos sostenidos dogmáticamente, para ganarse el favor de un sector en detrimento de otro, manipulando información y atizando la conflictividad, terminan produciendo desencanto, incertidumbre y desesperanza. En todo esto, se deja ver la incapacidad de diálogo y comprensión, generosidad y magnanimidad, responsabilidad y un buen grado de desinterés, condiciones de toda convivencia social. No puede haber un verdadero pacto como nación sin una superación de estos antagonismos, sin una verdadera actitud de respeto, escucha y diálogo.

La imagen de Pentecostés con el Espíritu Santo descendiendo para iluminar y esclarecer, fortalecer y unir a aquellos primeros creyentes provenientes de distintos orígenes culturales, sociales y geográficos, es un fuerte llamado a saber y buscar convivir en “unidad en la diversidad”. El método no es ya impulsar el conflicto, sino el diálogo franco, honesto y desapasionado, capaz de ponerse en el lugar del otro, comprender sus razones y admitir sus intereses, buscando siempre el consenso, los acuerdos y la integración.

Pentecostés es la otra cara -según la misma Biblia- de la narración de la Torre de Babel. Allí, la soberbia y el egoísmo provocaron ruptura, confusión y anarquía. El llamado a trabajar y luchar por integrarnos en una convivencia sana y pacífica, es posible y vale para creyentes y toda persona de buena voluntad. ¡No sigamos las voces de quienes nos ponen unos contra otros! Dejémonos orientar por aquella Luz que nos hace más lúcidos, sensatos y responsables en la cotidiana tarea de labrar el bien común.

El Buen Pastor y la oveja perdida

En la búsqueda de soluciones a los grandes problemas que nos aquejan como sociedad, centramos nuestra atención en los indicadores macroeconómicos, en las estadísticas globales, en las tendencias mayoritarias o nos dejamos arrastrar y seducir por los millones de “like” de cualquier “influencer”. Es decididamente trágico el olvido de la persona “de carne y hueso”, del hombre y la mujer concretos, que no son ni un número ni una cosa, sino el prójimo real y verdadero. Ello constituye, propiamente, una seria alienación: se pierde la conexión con la realidad de la gente, postulando -falaz o fanáticamente- relatos mesiánicos que suelen esconder oscuros intereses de un determinado sector o pretensiones de colonización ideológica y cultural.

La imagen del Pastor, tan cara a la literatura y enseñanza bíblica, nos recuerda a aquel que deja a las noventa y nueve en la serenidad del rebaño y va a buscar a la extraviada y perdida, herida y hambrienta. No es debilidad ni pérdida o “des-inversión”, apostar por la compasión, es la condición básica para la recuperación y la reconstrucción genuinas. La indiferencia generada por un frío individualismo, puede llevarnos igualmente a la desintegración y la anarquía fruto del egoísmo y una mal entendida competitividad. Empatía y comprensión y una decidida apuesta por la reconciliación, son el camino más sensato y constructivo. ¡Necesitamos entrar en la lógica y el dinamismo de la unidad y la amistad social!

La tempestad calmada

La imagen bíblica de la tormenta nos toca muy de cerca a los nuevejulienses. Acabamos de atravesar y todavía estamos en la tarea de recuperarnos, una fuerte tormenta de viento que dañó hogares -afectando a familias que recién comenzaban a tener su vivienda propia- y los bienes de empresas e instituciones. Agradecemos no haber tenido que lamentar víctimas fatales. Los momentos críticos de una nación también pueden compararse con una tormenta. Oscuridad e incertidumbre. Confusión y temor. Desesperación cuando parece que todo va a terminar de la peor manera.

Jesús en la barca con los discípulos en medio de aquella noche de tormenta -este mismo texto sirvió al Santo Padre Francisco para su memorable mensaje al mundo al comienzo de la pandemia- nos recuerda que el grito, la queja o el lamento miedoso y desesperado nunca sirve de nada: ni salva ni ayuda. Solamente la confianza y la solidaridad nos sacan propiamente “a flote”. Los argentinos estamos todos en la misma barca, no cabe ni sirve el “sálvese quien pueda”. Solamente dejándonos de quejar y lamentarnos, reavivando la confianza y la esperanza, remando juntos, esforzándonos, codo a codo, solidariamente, apuntando al horizonte del bien común, vamos a superar la tormenta.

A “escala pueblo” estamos pudiendo y lo seguimos intentando. La tormenta nos unió y despertó los buenos y mejores sentimientos de solidaridad, generosidad y trabajo compartido. El ciudadano común, las autoridades, las instituciones se unieron mancomunadamente para ayudar y reconstruir. Quiera Dios también ayudarnos a tener estos sentimientos, convicciones y actitudes, cada vez más en todos los momentos y ámbitos de la vida comunitaria. Este será nuestro “granito de arena” al pueblo y a la nación. Este es nuestro “modelo y estilo” ¡Unidos podemos!

Dios, fuente de toda verdad y justicia, nos conduzca a vivir, trabajar y luchar por este camino.

Tras la homilía de la autoridad religiosa, el Coro Juvenil Santa Cecilia, cuyo director es David Maccagnani,  hizo su presentación con un repertorio alusivo a la fecha.

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