Racing Club de Avellanera se consagró campeón del fútbol argentino luego de 35 años. Fue el 27 de diciembre de 2001.
Aquel jueves el país vivía una crisis alarmante. La economía estaba por las nubes, el entonces presidente Fernando de la Rúa se había ido en helicóptero de la Casa Rosada pocos días antes, y todavía estaba fresco el recuerdo de las 38 muertes por la represión al estallido social.
Sin embargo, en medio de ese caótico escenario, había que finalizar el Apertura 2001. Y fue una casca Albiceleste que había llegado a la última fecha con tres puntos de ventaja sobre River y precisaba un empate para dar la vuelta olímpica que se le venía negando desde hacía 35 años.
Aquella calurosa tarde del 27 de diciembre, los hinchas de la Academia coparon Liniers para enfrentar a Vélez. También el Cilindro de Avellaneda, donde 40.000 almas siguieron el dramático partido en una pantalla gigante.
En esa última fecha, Racing y Vélez ofrecieron un partido chato, hasta que a los 8 minutos del complemento, Bedoya ejecutó un tiro libre y Loeschbor hizo estallar las tribunas de Racing. Gol de cabeza. Luego llegó un empate de Vélez.
Con Reinaldo “Mostaza” Merlo como director técnico, empató 1-1 como visitante ante Vélez Sársfield. Fue la tarde en la que los hinchas de la “Academia” llenaron dos estadios: el Amalfitani y el Cilindro de Avellaneda.
En el minuto 47, Campagnuolo se queda con una pelota y le dijo al árbitro Brazenas: “¿Cuánto falta? ¡MIrá cómo está la gente!”. Brazenas respondió: “Poné la pelota en el piso que termina”. Así fue. El arquero sacó y llegó el silbatazo final. Éxtasis. Desahogo. Y festejos por un título que esperó tanto tiempo y se dio en medio de un contexto caótico.