jueves, marzo 28, 2024
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A 111 años de un túnel que unió Argentina y Chile por tren

El 5 de abril de 1910 se inauguró la traza de Mendoza con Estación Los Andes o Santa Rosa de Los Andes de Chile recordando la Batalla de Maipú

El final de Siglo XIX y comienzos del XX se caracterizó por obras de infraestructura que proyectaban crecimiento, mano de obra y mayores relaciones comerciales.

El 5 de abril de 1910 se inaugura el túnel trasandino que cruza la Cordillera de los Andes – la más largo del mundo con 8.400 km- uniendo Argentina y Chile.

Sus impulsores y realizadores fueron los hermanos chilenos Juan y Mateo Clark, descendientes de un inmigrante escocés que se había instalado en Valparaíso,​ ciudad que contaba con una gran actividad financiera y comercial.

Previamente, en 1.890 se inaugura una obra majestuosa de ingeniería, justamente el túnel ferroviario de 3,2 kilómetros que une Las Cuevas en la Provincia de Mendoza con Caracoles del lado de Chile, excavado bajo el cerro Caracoles así como también el cerro Santa Elena, con una altura superior a los 4200 metros sobre el nivel del mar.

El complejo ferroviario completo que uniría la ciudad de Mendoza con Estación Los Andes ó Santa Rosa de Los Andes de Chile terminó de inaugurarse meses después el 5 de abril de 1910, atravesando Uspallata, elevandose cada vez más para atravesar el cajón de los ríos Aconcagua y Juncal, estuvo en pleno funcionamiento hasta el año 1984 que la desidia y falta de mantenimiento, junto a malas gestiones posibilitaron que se pierda para siempre, donde ya hacía cuatro años desde 1980 corría a su lado el flamante nuevo paso fronterizo del Túnel del Cristo Redentor.

La construcción del ferrocarril recién se inició en 1889, luego de superar escollos técnicos, del suelo, la traza, análisis del clima y sus consecuencias, hasta que finalmente, el 5 de abril de 1910, aniversario de la batalla de Maipú, fueron inauguradas oficialmente las obras.

El colosal emprendimiento había concluido, al menos en la anhelada etapa de su habilitación. Para aquel entonces Juan Clark ya había fallecido y como se dijo, la concesión había sido transferida. Aun así, los nombres de Juan y Mateo Clark permanecen en la historia como los gestores de esta obra.

Para la construcción de esta obra de ingeniería habían sido contratados centenares de obreros de todas las nacionalidades, en particular chilenos.

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