Desde sus orígenes institucionales, salvo excepciones, quienes gobernaron el país, sufrieron menoscabo, algunos fueron proscriptos y otros además, cárcel.
Quien fue presidente de la Primera Junta de gobierno que marcaba el camino a la independencia de España, no fue ajeno a ello.
Cornelio Saavedra encontró su muerte en Buenos Aires, el 29 de marzo de 1.829. Tenía 70 años.
Había nacido el 15 de septiembre de 1759 en lo que hoy es Bolivia, Otuyo, corregimiento de Potosí, Virreinato del Perú, y bautizado como Cornelio Judas Tadeo, hijo de María Teresa Rodríguez Michel, Santiago Felipe de Saavedra y Palma.
Cuando tenía 8 años su familia se instaló en Buenos Aires e ingresó cuando tenía 14 años en el recién inaugurado Real Colegio de San Carlos. La instrucción era secundaria y para ingresar se debía aprobar un examen previo de gramática latina, condición indispensable para el estudio de la filosofía.
Su familia pertenecía, por su capacidad económica y prestigio, a la élite que dominaba el Cabildo de Buenos Aires.
Cunado tenía 28 años se casó con su prima María Francisca Cabrera y Saavedra – previa dispensa eclesiástica- que había enviudado dos años antes heredando la fortuna de su esposo Mateo Ramón Álzaga y Sobrado próspero comerciante y Teniente del Correo Mayor.
En el acta matrimonial que figura en la catedral de Buenos Aires consta que los padres de ambos contrayentes eran regidores.
Ese matrimonio duró 10 años. Tuvieron tres hijos y fue por el fallecimiento de su esposa.
Un año antes de quedar viudo, había comenzado cumplir tareas administrativas en el Cabildo de Buenos Aires. Dos años después 1799, Cornelio Saavedra fue nombrado síndico procurador general, es decir, defensor de los derechos de los habitantes de la ciudad.
En 1801 se volvió a casar con María Saturnina Bárbara Otárola del Ribero hija del coronel José Antonio Gregorio de Otárola y Larrazábal y Josefa del Ribero y Cossio. El padre era regidor del Cabildo de Buenos Aires y uno de los más ricos comerciantes del territorio. Tuvo un hijo Mariano, que más tarde fue gobernador de Buenos Aires.
Hay un hecho importante en la historia del país y de aquellos años.
Producida la primera de las Invasiones Inglesas al Río de la Plata, durante la breve ocupación inglesa de Buenos Aires, en 1806, los cabildantes de la ciudad aceptaron que el gobernador inglés William Carr Beresford los confirmaran en sus cargos. Belgrano no accedió y salió de Buenos Aires hacia la Capilla de Mercedes, en la Banda Oriental.
Cornelio Saavedra se vio involucrado en él.
El 10 de julio de 1806, Beresford propuso que los principales vecinos podían en forma voluntaria prestar juramento de lealtad a Su Majestad Británica. A tal efecto habilitó una oficina a cargo del capitán Alexander Gillespie y un libro para registrar el respectivo juramento. Cincuenta y ocho personas firmaron el libro. Entre ellos estaban Juan José Castelli, Hipólito Vieytes, Domingo María French y Antonio Beruti y se dijo que también lo había hecho Cornelio Saavedra, lo que no se pudo demostrar.
Sin embargo, la Primera Invasión Inglesa a Buenos Aires terminó con la expulsión de los invasores en agosto de 1806, y Saavedra contribuyó como Comandante del Cuerpo de Patricios, elegido sin ser militar.
Como la flota inglesa seguía bloqueando el Río de la Plata y era previsible una nueva invasión, el 6 de septiembre de 1806 Santiago de Liniers y el Cabildo invitaron a los vecinos para que formaran batallones de milicias, según arma y origen de nacimiento.
El nuevo Cuerpo de Patricios, integrado por voluntarios de infantería nacidos en su mayoría en Buenos Aires, fue el más numeroso pues tenía tres batallones. Cada unidad podía elegir “a pluralidad de votos” a su comandante y oficiales. En un oficio a Sobremonte, Liniers explicó que este método lo utilizó para “afianzar más el entusiasmo” en “apuradas circunstancias”.
Más tarde, tras los sucesos de mayo de 1810, el 25 de ese mes y año fue elegido presidente de la primera Junta de Gobierno que iniciaba el proceso de independencia de España.
El papel de Cornelio Saavedra como presidente de la Primera Junta fue de mediador, más que de impulsor de las políticas revolucionarias. Este último papel fue cumplido por Juan José Castelli y el secretario de gobierno Mariano Moreno.
Luego, continuó como presidente de la Junta Grande. Tras dejar el cargo vivió persecución y se instaló en Chile, de egreso, tras fervientes procesos judiciales de entonces fue sobreseído y todos sus cargos y honores devueltos.
Escribió unas Memorias donde fue haciendo referencia a las razones de conducta pública.
Murió un día como hoy hace 192 años.