La muerte de Jesús sigue siendo materia de estudio de científicos e investigadores y a medida que se avanza en información y tecnología se descubren aspectos que sorprenden.
Si se detuviese – cada lector- a pensar la forma en que se produjo su deceso, afloraría la piel de gallina, en sensibilidad y escalofríos por lo aberrante y cruel.
Un documento – que se adjunta – muestra que fue ‘la peor’ de su época, ya que los castigos a los peores criminales no fueron tan severos como los que recibió Jesús. A los azotes, el traslado de su propia cruz, un madero muy pesado, los insultos y demás vejámenes se sumaron los clavos en sus extremidades.
El informe que se adjunta da cuenta que fueron puestos en sus muñecas y no en las manos.
Al ser clavados, ante su dimensión, ya que eran de 15 a 20 cm, con una punta de 6 cm. y el otro
extremo puntiagudo, rompieron el tendón, obligando a Jesús a que todo el peso de su fuerza fuese directamente a su espalda a través de los músculos, sin soporte o estructura de mínimo sostén.
Al dolor indescriptible, se sumaba que la capacidad de respiración se perdía ya que no ingresaba buen aire a sus pulmones.
El trabajo denominado ‘La muerte (científica) de Jesús añade que el clavo, más grande que lo descrito, colocado en los pies superpuestos, también influía en el ciclo de la respiración. Lo alteraba ya que el paso del aire cada vez se reducía por el esfuerzo muscular para el soporte del dolor,
Todo ese sufrimiento duró tres horas a punto tal que algunos minutos antes de morir, Jesús ya no sangraba más.
Sencillamente le salía agua de sus cortes y heridas.
Este domingo de ramos pone en marcha la Semana Santa.
A continuación adjuntamos el documento sobre las revelaciones sobre la muerte de Jesús:
Agencia MTR