Este lunes comienza el mes más corto del año. Febrero es el segundo en el calendario gregoriano. Fue llamado así en honor a las februa, el festival de la purificación en la Antigua Roma.
Tiene 28 días y 29 en los años bisiestos. En muy raras ocasiones ha habido un 30 de febrero, producido bien en la conversión del calendario juliano al gregoriano.
Y fue en el calendario juliano, cuando el mes más largo del hemisferio norte – el enero del hemisferio sur es su equivalente – recibe el nombre de Julio, que el Emperador Romano, quiso ‘regalárselo’. Su sucesor Augusto, no quiso ser menos egocéntrico y entonces eligió un mes, para igualarlo y nació Agosto (otro mes del verano), pero como tenía 30 días, le quitó uno a febrero, que ya nacía acortado y le sumó los 31 días.
Originariamente, febrero, era un mes sin fiestas.
Desde la antigüedad en este mes se celebra el Carnaval. Es una de las características que lo hace intenso. Fiesta del jolgorio para darle paso a la cuaresma cristiana, es decir, preparase en esos días para recibir a Jesús, en Semana Santa.
Entre los romanos este mes estaba bajo la protección de Neptuno. Lo representaban bajo la imagen de una mujer vestida de azul, con la túnica levantada y sujetada con un cinturón. Llevaba un ave acuática entre las manos y traía sobre su cabeza una urna de la cual salía agua en abundancia, para indicar que es el mes de las lluvias; lo que también significaba la garza real y el pescado que ponían a sus pies.
Otra de las particularidades contemporáneas, es que en febrero se celebra San Valentín, el día 14, en conmemoración de las buenas obras realizadas por un sacerdote en Roma, que están relacionadas con el concepto universal del amor y la afectividad.
Agencia MTR