jueves, abril 25, 2024
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De héroe en Malvinas a vecino vendedor ambulante

Óscar Portronieri fue condecorado en Argentina y Londres por su valor y coraje y pronto lo contará en Dudignac

Oscar Ismael Poltronieri es un veterano de guerra de Malvinas, único soldado conscripto vivo en recibir la máxima condecoración militar Argentina: la Cruz al Heroico Valor en Combate —según la Ley 22 607 de 1982—, por su hazaña y heroísmo durante la batalla del monte Dos Hermanas.

Defendió el suelo argentino combatiendo – solo- contra 600 ingleses, quienes también lo condecoraron por su valor y coraje. Con una ametralladora permitió poner en resguardo a sus compañeros a riego de su vida.

En la estancia Santa Catalina, ubicada en cercanías de Mercedes, donde nació, transcurrieron los primeros 10 años de su vida; allí se crió como un paisano; aprendió de ellos a montar los caballos en pelo, diferenciar sus pelajes, hacerlos galopar como el viento o a caracolear cuando llegaba a la Escuela y se acercaba al palenque.

Sus padres se separaron y se trasladó con su madre a la ciudad de Mercedes, estableciéndose en las cercanías del cementerio, en un barrio de casas humildes y de gente trabajadora, conocido entonces como “La Pampa Chica”. En el nuevo hogar debió transformarse en el hombre de la casa y tuvo que abandonar sus estudios primarios para colaborar con la economía familiar.

A los trece años, Oscar Poltronieri se puso en la cosecha del maíz, lo ayudaron a desarrollar la fuerza de sus brazos. Tiempo más tarde, se consiguió trabajo, cuidar y montar caballos de polo en la Estancia «La Virga».

Luego sintió nuevamente la necesidad de salir de su cauce y partió en busca de mejor fortuna que acrecentara sus ingresos. La añosa arboleda de eucaliptos de «La Biznaga» lo vio partir para continuar su vida de gaucho en la Estancia «La Peregrina».

Allí conoció a un niño flaco y vivaz que con solo siete años, se levantaba a «a escondidas» a las 4 de la mañana y observaba como los paisanos ensillaban sus caballos para salir al campo o para varear a los de raza. Como tenía buena escuela pese a su edad, se abocó a la tarea de enseñarle a montar y a ensillar, le enseñó que el caballo «infla» la panza cuando lo cinchan —para después aflojarla y hacer caer a su jinete— y le enseñó también a montar al estilo paisano llevando las riendas en una mano para trabajar con el talero en la otra.

Las familias Pascual y Castellani, en Roque Pérez necesitaban hombres fuertes para la faena del campo y tuvieron también el honor de contarlo entre los suyos.

Cierto día, en busca de un mejor viví terminó en Mar del Plata, ciudad a la que no conocía.

Allí, consiguió trabajo en el puerto. Fue así con todos los días, descargaba montañas de peces plateados en el muelle de pescadores y luego lo clasificaba en las cámaras frigoríficas. Así, su cuerpo se fortaleció aún más acostumbrándose al frío de las congeladoras. Pasó un buen tiempo en Mar del Plata.

Con esa impronta de fortaleza, trabajo, adaptado a bajas temperaturas, fue convocado a Malvinas.

En esa guerra mostró valor, coraje y tuvo destacado accionar y desinteresado heroísmo que le valieron ser uno de los dos únicos soldados conscriptos argentinos —el otro fue Félix Ernesto Aguirre del BIM5, muerto en combate—, en recibir el reconocimiento de la Cruz al Heroico Valor en Combate.

Por sus acciones de combate durante la batalla del cerro Dos Hermanas, en donde era operador de una ametralladora, desoyendo la orden de retirada y quedándose combatiendo el solo, permitiendo el repliegue de todos sus compañeros a zonas seguras y aferrando al enemigo con su única boca de fuego, impidiéndole avanzar a todo el dispositivo ofensivo británico.

Durante la Batalla de Monte Tumbledown Poltronieri guió al pelotón de ingenieros anfibios del teniente de corbeta Héctor Omar Miño en un contraataque contra los elementos avanzados de la Guardia Escocesa:

Allí hice «repeche» y me encontré con un teniente de Infantería de Marina con el que hicimos el avance; yo iba adelante y atrás venían un montón de compañeros, cuando escuché una voz que no era de las nuestras. Entonces le dije al oficial que adelante nuestro estaban los ingleses tirando tiros y tomando whisky, y éste les arrojó una granada; ellos respondieron con fuego hacia nosotros y le dieron a él. Desde entonces, hace 30 años, no lo ví más, pero me dijeron que está vivo.

Supuesto muerto en acción por su unidad, fue recibido con total sorpresa y algarabía cuando sus oficiales, suboficiales y soldados lo vieron regresar, dos días después, de lo que presumían era una muerte segura.

Estas y otras historias que están en el libro, ‘El Héroe olvidado’, pronto las contará en Dudignac al ser invitado por la ONG ‘ Agrupación 4 de junio’ de es localidad, en reconocimiento al hombre que combatió en Malvinas y olvidado fue vendedor ambulante para sobrevivir y ganarse el pan de otras maneras.

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