sábado, mayo 18, 2024
sábado, mayo 18, 2024

La diócesis de Nueve de Julio tiene un nuevo diácono

Se trata de Rodrigo Álvarez y la ceremonia fue encabezada por Monseñor Ariel Torrado Mosconi y además se instituyó como acólito a Ignacio Balle

Monseñor Ariel Torrado Mosconi, obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio, ordenó como diácono al seminarista Rodrigo Álvarez, de 31 años, oriundo de Lincoln. La ceremonia se realizó el sábado por la mañana en la Iglesia Catedral de Nueve de Julio. Durante la misma ceremonia, instituyó como acólito, al joven nuevejuliense, Ignacio Balle.

Durante la homilía el obispo recordó que la función principal de un diácono es la del servicio a sus hermanos. “Este sacramento te da la gracia y el don para el servicio. Atención, disponibilidad, generosidad son actitudes y virtudes que el servidor del Señor deberá cultivar cotidianamente con seriedad y responsabilidad para que su servicio y misión sean auténticos e íntegros, dando así frutos para el Señor en bien de su pueblo santo y no éxitos para la propia satisfacción egocéntrica”.

Asimismo destacó que recibir ese sacramento es una verdadera “promesa de amor y una respuesta confiada”. “La escucha permanente de la voz de Dios, la apertura dócil a su gracia y la confianza plena en su obrar amoroso, son las actitudes requeridas y necesarias para que tu seguimiento, entrega y servicio al rebaño del Señor fructifiquen en el interior de las personas y en la vida de las comunidades”.

En ese sentido aseguró que también todos los cristianos están llamados a ser parte de esa “promesa de amor y respuesta confiada”. “El Dios de la vida y Señor de la historia, nos asegura la promesa de que estará con nosotros hasta el fin. Aquí debemos poner nuestra confianza, y no en los vaivenes engañosos de las mediciones estadísticas, las manipuladoras campañas de imagen o las pujas por una cuota de poder, todos frutos muertos de la vacía y triste “posverdad”, enfatizó.

Por ello remarcó que ese acuerdo de fe debe estimular a cada cristiano y alentarlo para “no bajar los brazos y a no sucumbir ante cualquier tipo de presión” especialmente “en estos tiempos en los cuales, desde distintas usinas ideológicas, a veces tan opuestas entre sí, persiguiendo o representando oscuros e inconfesables intereses, van contra el mismo ser humano y contra la fe cristiana”.

Por eso, alentó a todo los miembros del santo pueblo de Dios a esforzarse para que “para que toda la vida y misión eclesial sea un vivo testimonio de fe, de esperanza y de amor en medio de este mundo alejado de la verdad, desilusionado y violento. Sólo así podremos irradiar la confianza, la esperanza, la misericordia y la alegría del Evangelio que los hombres y mujeres de nuestro tiempo tanto necesitan”.

Por último exhortó a todos los presentes, especialmente a Ignacio y a Rodrigo, a “confiar y servir son dos actitudes básicas en el seguimiento diario del Señor Jesús y, al mismo tiempo, la síntesis de todo un programa de vida en medio del complejo y agitado mundo de hoy, dando testimonio de la fe cristiana”.

El rito

Luego de finalizar la homilía, comenzó el rito de la ordenación diaconal,  que tuvo sus dos momentos más transcendentes con la imposición de manos y la plegaria con los que se confirió al candidato el don del Espíritu Santo para ejercer su función. Cabe recordar que un diácono puede bendecir, bautizar, casar, dar la comunión, llevar el viático a los moribundos, presidir la celebración de la Palabra, los funerales y ceremonias de sepultura.

Posteriormente el padre Guillermo Gómez, delegado de las vocaciones, y el P. José Luis Rossi, quien lo acompañara en esta última etapa de formación,   revistieron a Rodrigo Álvarez con las vestiduras propias de ese ministerio. Se trata de la estola cruzada y de la dalmática.

La ceremonia continuó con la entrega del libro de los Evangelios, que indica la función de los diáconos de proclamar el Evangelio en las celebraciones litúrgicas y de predicar, de Palabra y de obra, la fe de la Iglesia.

Acompañaron la ceremonia todos los sacerdotes, diáconos y los demás seminaristas de las diócesis. También asistieron familiares, amigos y fieles de los pueblos natales del nuevo diácono y del nuevo acólito.

Rodrigo Álvarez iniciará próximamente su ministerio diaconal en las parroquias “San Juan Crisostómo (de Carlos Tejedor) y “San José” (de Tres Algarrobos).

Mensaje de Monseñor Ariel Torrado Mosconi

Aquí  a mi lado  tienes un lugar

Homilía del Obispo diocesano, Ariel Torrado Mosconi, en la misa de acolitado de Ignacio Balle y ordenación diaconal de Rodrigo Alvarez, fiesta de la Cátedra de San Pedro, Iglesia catedral de Nueve de Julio, (Ex 33,12-23; Sal 22,1-6; Mt 16,13-19)

¡Una promesa de amor y una respuesta confiada! Sí, este es el mensaje y la llamada que nos hacen estas bellísimas lecturas de la Palabra de Dios, recién proclamadas, en la fiesta de la Cátedra del apóstol san Pedro mientras celebramos los ritos del acolitado de Ignacio Balle, oriundo de esta parroquia de la catedral, y de la ordenación diaconal de Rodrigo Álvarez, hijo de la comunidad de la parroquia Inmaculada Concepción de Lincoln. En esta liturgia podemos ver claramente cómo los ministerios en la Iglesia son un llamado al seguimiento, la entrega u ofrenda de toda la vida. No se trata de ningún grado de ascenso en un escalafón jerárquico de poder, sino de un avance, maduración y crecimiento en un servicio disponible y generoso de aquello que nos va confiando el Señor en su Iglesia.

Impresiona oír -y hasta es bello imaginar- el hondo y apasionado diálogo de Dios con Moisés, en la lectura del Éxodo. Este verdadero modelo de oración, íntima y sincera, por momentos se vuelve una demanda y discusión, como una “pulseada verbal”. Moisés, consciente de su debilidad, le reclama y suplica a Dios  su presencia, su compañía y su ayuda. Dios responde claramente con una promesa de gracia y amor, asegurándole su misericordia y compasión constante. “Te cubriré con mi mano…verás mis espaldas”(Ex 33, 22-23). Una seguridad que se da solamente en la fe. ¡En medio de las incertidumbres, luchas y en cada momento de la vida, Dios está y actúa misteriosamente asegurándonos su amor y salvación! Esa es nuestra certeza pequeña y fuerte a la vez.

El Salmo 22 expresa, precisamente, la respuesta confiada a esa promesa divina amorosa que anima, conforta e impulsa a caminar en la presencia del Señor, sean cuales sean los terrenos y caminos de la vida. ¡A la Fidelidad se contesta con fidelidad! Y así se produce una “ida y vuelta”, una comunión íntima y honda que será siempre misteriosamente, pascualmente, fecunda y fructífera.

Y así llegamos al final de ese otro diálogo del Señor Jesús con Pedro. El siempre sanguíneo, arrebatado y apasionado de Pedro ha escuchado y se ha dejado llevar por la voz del Padre. ¡Dios ha hecho “su” trabajo en esta alma! El pescador devenido en discípulo y apóstol ha recorrido un camino interior de fe, de seguimiento del Señor, que lo ha transformado. ¡La escucha atenta, la contemplación silenciosa y la respuesta honesta son gracias que renuevan la vida! Y así Pedro es capaz de confesar con la misma -o mayor- fuerza, entusiasmo y pasión de su humanidad lo que la gracia de la fe le ha hecho descubrir en su corazón cambiándole la existencia.

¡Una promesa de amor y una respuesta confiada! Sí, también esta llamada y promesa es para vos, querido Rodrigo, en el día que recibes el sacramento del Orden sagrado para el diaconado. Como Moisés y Pedro estás llamado a partir y reconocer tu necesidad de amor, de gracia y de la misericordia de Dios que cambia, renueva y transforma constantemente la vida. La escucha permanente de esa voz, la apertura dócil a su gracia y la confianza plena en su obrar amoroso, son las actitudes requeridas y necesarias para que tu seguimiento, entrega y servicio al rebaño del Señor fructifiquen en el interior de las personas y en la vida de las comunidades.

Este sacramento te da, hoy, la gracia y el don para el servicio. ¡El diaconado es el sacramento del servicio! Atención, disponibilidad, generosidad son actitudes y virtudes que el servidor del Señor deberá cultivar cotidianamente con seriedad y responsabilidad para que su servicio y misión sean auténticos e íntegros, dando así frutos para el Señor en bien de su pueblo santo y no éxitos para la propia satisfacción egocéntrica. ¡Sé dócil a la Palabra y tu servicio será muy provechoso para los hermanos colmándote de la verdadera alegría, paz y felicidad que vienen del Señor!

“Aquí a mi lado tienes un lugar” (Ex 33,21) Esta profunda y conmovedora expresión de la Escritura será tu lema ministerial: déjate impregnar por esta convicción y actúa en consecuencia, viviendo en la confianza de la compañía amorosa de Dios en todo momento de la vida. El lema pastoral de nuestra Iglesia diocesana es “Caminar en comunión…” ¡La primera comunión es con el Señor, caminando en su compañía, intentando no apartarnos jamás de su presencia y gracia!

¡Una promesa de amor y una respuesta confiada! Sí, y lo es para cada uno de nosotros en tanto miembros del santo pueblo de Dios. El Dios de la vida y Señor de la historia, nos asegura la promesa de que estará con nosotros hasta el fin. Aquí debemos poner nuestra confianza, y no en los vaivenes engañosos de las mediciones estadísticas, las manipuladoras campañas de imagen o las pujas por una cuota de poder, todos frutos muertos de la vacía y triste “posverdad”. En esa paradoja que señala la lectura del Exodo “Te protegeré en la hendidura de la roca…te cubriré…y tu verás mis espaldas”(Ex 33,21-23) -Dios es nuestra fortaleza aunque todavía no alcancemos a ver su rostro- encontramos ya nuestra más genuina certeza y seguridad en la fe.

En estos tiempos en los cuales, desde distintas usinas ideológicas, a veces tan opuestas entre sí, persiguiendo o representando oscuros e inconfesables intereses contra el mismo ser humano y contra la fe cristiana, esta Palabra nos llena de una luminosa esperanza. Nos anima, motiva y estimula, alentándonos a no bajar los brazos y no sucumbir ante cualquier tipo de presión. Nos estimula la confianza de Moisés y la pasión de Pedro. En esta festividad bien podemos decir: ¡Hoy sí que Pedro nos da cátedra! Contra todo cálculo, temor o interés, él confiesa -hace su profesión de fe- no “de la boca para afuera” sino poniendo “alma y vida”.

Como Iglesia dejémonos aleccionar tanto por la enseñanza como por el ejemplo del Apóstol. Pidamos y esforcémonos para que toda la vida y misión eclesial sea un vivo testimonio de fe, esperanza y amor en medio de este mundo alejado de la verdad, desilusionado y violento. Sólo así podremos irradiar la confianza, la esperanza, la misericordia y la alegría del Evangelio que los hombres y mujeres de nuestro tiempo tanto necesitan.

Para Ignacio, Rodrigo y para todos nosotros, confiar y servir son dos actitudes básicas en el seguimiento diario del Señor Jesús y, al mismo tiempo, la síntesis de todo un programa de vida en medio del complejo y agitado mundo de hoy, dando testimonio de la fe cristiana.

¡La intercesión de la Virgen de Fátima, del Apóstol san Pedro y de santo Domingo de Guzmán te ayuden a ustedes, queridos Rodrigo e Ignacio, y a todos nosotros a vivir en la confianza y el servicio, hasta que lleguemos al lugar definitivo que el Señor nos tiene preparado!

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas noticias