Cuando nos sentamos a cenar, cada noche, la mala costumbre nos lleva a apretar el botoncito rojo del aparatito negro y mágicamente aparece Santiago del Moro repartiendo cientos de miles de pesos y ningún millón hasta el momento.
Es increíble lo que piensa tanta gente que puede hacer con ese monto: un viaje soñado, comprar una casa, pagar deudas, cambiar el auto, pagar la fiesta de casamiento, en fin, un crisol de deseos se muestran y que con suerte alguno podrá cumplirse y otro ni siquiera ganando el premio mayor.
La tele no deja de sorprendernos, es cierto, pero cuando creíamos que lo habíamos visto todo, de pronto aparece a jugar una científica del CONICET quien junto a su equipo estudian avances en tratamientos oncológicos, y cuyo sueño es ganar el dinero para poder solventar la investigación. Si me lo contaran no lo creería. Asombroso no?, tanto que hasta el nombre del programa queda desdibujado: donde ya no importa quien quiere ser millonario, sino para qué quieren los millones.
Una vergüenza. Una verdadera vergüenza que un científico del CONICET tenga que ir a un programa de preguntas y respuestas, someterse a un ping pong cual “Feliz domingo”, para lograr unos pocos pesos para ayudar a financiar su investigación. Pero 24 hs después parece que esa miseria que se hizo pública y que como la basura debajo de la alfombra todos conocemos (o imaginamos) pero no la mostramos; hizo mella en alguna autoridad y hoy renunció una de las directoras del organismo, Dora Beatriz Barrancos, por diferencias “morales” con el Gobierno. Mientras tanto, el secretario de Planeamiento y Políticas en Ciencia, Jorge Aguado, dijo que se cumplirán con los pagos atrasados al Conicet.
La historia es digna de Slumdog Millionaire 2, versión subdesarrollo. Y si no fuera porque la Dra. que dignamente se sentó a responder lo hizo con altura, humildad y pasión; sería para llorar.
Yo no sé a ustedes, pero a mí mínimamente me preocupa que las investigaciones en busca de mejores tratamientos contra una de las enfermedades más malditas del mundo, realizadas por el organismo de mayor prestigio del país, necesiten solventarse por un “presupuesto paralelo” que dependa del azar, donde la que pone la cara es la mismísima jefa de equipo y que además de desear obtener los millones deja al descubierto una falencia de siempre y una deuda no sólo económica sino también ética y moral que el Estado argentino mantuvo y mantiene con el desarrollo científico.
Periodista por un día – 10 Aniversario Cadena Nueve – Natalia Lastra Wilson