miércoles, abril 24, 2024
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El Movimiento Schoenstatt hizo pública ‘La Carta de la Alianza’ ante el Bicentenario

Movimiento SchoenstattQueridos hermanos en la Alianza,

En estos días, mientras se está desarrollando el Congreso Eucarístico y estamos en las vísperas del Bicentenario de la Independencia, pienso en lo que en varias oportunidades dijo el P. Kentenich: hay que volver a la historia para entresacar de ella los lineamientos y enseñanzas que pueden servirnos para el hoy. Este 18 la Alianza con María se actualiza respondiendo a los signos del tiempo y con “el oído puesto en el corazón de Dios”.

Esta fiesta del Bicentenario es un festejo de todos los argentinos y la historia nos recuerda a esos hombres que hace doscientos años vivieron el sueño de una Argentina libre, solidaria, unida y anclada en Dios. Aquellos próceres venían de distintos lugares y cada uno tenía su propio pensamiento y un sueño.

Un gran sueño es una visión que se instala en el corazón y nos moviliza desde adentro. A partir de ese momento, ese sueño nos acompaña siempre. Es un ideal de vida que quiere convertirse en una “vida ideal”. El sueño sigue vigente, pero para que no se “fosilice” hay que “re-crearlo” o “re-inventarlo”.

Reinventar el sueño presupone decidirse a cambiar. El cambio comienza en uno mismo. No depende de la Iglesia, del gobierno de turno ni de las circunstancias: depende de mí, de ti y de nosotros. “Sé tú mismo el cambio que quieres ver en el mundo” decía Gandhi.

Reinventarse es poner el acento en lo que somos y no tanto en lo que hacemos. Es bueno valorar lo que hacemos pero es mucho más valioso acentuar lo que somos. Valorar lo que somos es saber reconocer y agradecer la patria que se nos ha regalado, sus luces y sombras, su esperanza. Si la amamos de verdad, la conciencia de haberla heredado nos motivará, nos cargará de energía para seguir buscando y potenciando lo mejor que guardamos, a veces muy latente, dentro de nosotros mismos.

Para reinventarse es necesario superar las “creencias limitantes”, las que nos impiden creer que es posible el cambio. Limitantes son los miedos, el derrotismo, la comodidad, la resignación, la incapacidad de ir más allá, la soberbia. Todos tenemos estas creencias limitantes, los grandes intelectuales y también la gente de a pie, la de la calle. ¡Hay que quitar esos palos de la rueda para seguir andando por el buen sendero de la historia!

Reinventarnos como argentinos es no temer a equivocarnos: quien niega el error se niega al éxito. Las dificultades que nos duelen de la Argentina son prueba de cuánto la queremos. Los obstáculos no deberían ser frenos, sino estímulos para seguir creyendo. Disfrutemos también de lo que podemos aprender de los errores y no sólo de los éxitos.

Para reinventarse es preciso salir de la zona de confort. Todo lo que buscamos no está en lo que ya tenemos sino afuera. Esto exige “superación”. No deberíamos temer sentarnos en lo incómodo y difícil: aquello que nos exige salir de la comodidad. Presupuesto es olvidar las excusas -“somos así”, “la corrupción está en todos lados”- que no nos permiten soñar y hacer las cosas lo mejor posible.

Sólo reinventaremos la patria si lo hacemos con los valores éticos: la honestidad, la verdad, la solidaridad y el esfuerzo. Sin ética no hay futuro. A la persona sin ética le puede ir bien durante un tiempo, pero a la larga se le caerán sus falsos andamiajes y la catástrofe será enorme. La historia reciente de la Argentina, también la de estos días, es el mejor ejemplo de todo esto.

Para recrearse hay que seguir creyendo en las promesas. Cuando dejamos de hacerlo, la vulgaridad comienza a carcomer todos los sueños. Es sugerente preguntarse: ¿es esto lo que quiero? Y si no es esto lo que quiero, ¿qué es lo que realmente quiero? De ahí en más hay que ponerse manos a la obra.

Es bueno que el sueño no se lo alcance fácilmente. Tiene magia pero no es mágico. El cambio es orgánico – diría el Padre Fundador- es de adentro hacia afuera, es continuo, a veces más rápido, otras, más lento. Deberá nacer de la intimidad del corazón consagrado en Alianza con María: no por nada Ella es la Patrona de nuestra Patria. Hoy como ayer Ella le dice a Jesús: “Les falta vino”. Jesús no podrá negarse y nos regalará el vino fuerte de la Alianza. De esa forma la fiesta, la verdadera fiesta, no se acabará.

Padre Guillermo Carmona

 

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