Por estos días se discute acerca de la Ley de Abastecimiento y se vislumbran las amenazas que se ciernen sobre la economía, una recesión consolidad y el intervencionismo llevado a su máxima expresión con la intensión de controlar los monopolios.
Nadie sabe cuáles son los motivos últimos por los que el gobierno pretende reflotar una ley que está en vigencia y no se aplica desde hace 40 años y que genera más dudas que certezas. La ley de abastecimiento nació para forzar la producción en mercados que, por la coyuntura de entonces, se estaban quedando raquíticos. Esto se dá cuando los incentivos económicos no son suficientes para promover la explotación de un mercado. En nuestro país, la inflación ya hizo gran parte de su trabajo.
El desabastecimiento no es generalizado pero hay mermas y esto tiene que ver con que las señales que dan los mercados son difusas y los horizontes de producción y comercialización se han vuelto inciertos. Nuestro país está llegando, poco a poco, al umbral de una situación inflacionaria más traumática. De eso los argentinos sabemos mucho. Con un 40% de inflación anual y un acelerado y continuo incremento de la masa monetaria y el déficit fiscal, el resultado final es casi obvio.
Todas las variables macroeconómicas está desajustadas y la política económica parece llena de contenidos parciales que no atacan el corazón de los problemas. En países más desarrollados, la discusión acerca del poder inflacionario de la expansión monetaria desmedida está cerrada. Aquí, el gobierno se esfuerza en tratar de convencer a todos de la inocuidad de la impresión de billetes para solventar el déficit presupuestario.-
La inflación ya no puede ocultarse y está generando, además de inestabilidad e incertidumbre, una producción cada vez más pobre de algunos bienes. La fase superior de este proceso se puede observar en nuestra reciente historia económica hacia fines de los años ’80, o en Venezuela.-
A esta problemática, el gobierno propone resolverla forzando, aún más, a los actores económicos que, tildados de egoístas y avaros, pierden incentivos en sus actividades por que el Estado es cada vez más avasallador. Lejos de resolver los problemas fundamentales, esta medida solo promueve más especulación y dudas.
Si el Gobierno va a poder forzar a las empresas a producir aun cuando sus costos sean superiores a los precios, nuestra economía será una cadena de órdenes de gobierno cercana a la centralización económica que ya mostro su impotencia en otras épocas. Eso es creer que el sector público tiene un conocimiento más acabado de las relaciones de producción y consumo que el sector privado, aunque nadie explica cuáles son las fuentes de dicha sabiduría pública. Así, el gobierno consolida su perfil ideológico mostrando que siempre tiene una carta más para redoblar la apuesta. Pese a quien le pese y cueste lo que cueste.-
La regulación de los monopolios es otro tópico de teoría económica que en el resto del mundo ya no se discute desde sus fundamentos. Si hay algo que sabe quien estudió economía es que los monopolios no se regulan con leyes como ésta. Es necesario un esquema más complejo de regulación y de estímulos que intenten borrar las características más importantes de los monopolios para promover una competencia más clara.
Lejos de promover la competencia la ley de abastecimiento siembra dudas y no apunta a disolver condiciones monopólicas. Donde ya existe una estructura de mercado competitivo solo se generan condiciones monopólicas cuando quienes deben regular lo hacen de manera ineficiente promoviendo la concentración de poder económico.
En lugar de intervenir y amedrentar la producción, deberíamos estar discutiendo como generar mejores condiciones de inversión para que el gran interés económico que existe en el mundo para invertir en Argentina, se vea plasmado en acciones concretas resguardando, eso si, la estabilidad y las condiciones de producción libre. Para eso, las Instituciones Intermedias son las que deben generar los focos de discusión y promover medidas que ayuden a la economía a despegarse del ciclo recesivo en el que ya está inmerso.
Las Instituciones Intermedias son las que nuclean a quienes conocen la realidad económica de cerca y son esos actores los que deben levantar su vos. El debate debe abrirse y debería escucharse con más sentido de la pluralidad a quienes participan directamente de la producción y comercialización. Pero dicho debate debe hacerse sólidamente sobre los temas fundamentales y no sobre aspectos marginales de la problemática. Hay que alzar la vos y hacerlo en un marco democrático generando discusión y divulgando información. Hay debates que en el mundo ya se cerraron. Nosotros seguimos discutiendo la cuadratura de la rueda. A eso, algunos le llaman subdesarrollo.
*Para Cadena Nueve – Licenciado en Economía – Consultor en Agronegocios