En el final de un viaje en micro antes de su arribo a la Estación Retiro una pasajera se dio cuenta que le faltaba su cartera. Alarmada avisó a los conductores y la decisión rápida de todos hizo que la recuperara. Era aproximadamente 5,25 hs. de esta mañana.
La víctima había subido en la Estación Jesús Abel Blanco de Nueve de Julio y su destino final era la Ciudad de Buenos. La pasajera de nombre Irene defendió lo suyo como una hiena.
A esa hora, y cando el bus hacía el tramo final que va desde Liniers a Retiro la señora – trabajadora social que concurría a una jornada laboral – advierte que su cartera ubicada a su lado en los primeros asientos de la planta alta le faltaba. Lo primero que pensó, fue que un señor que había descendido en Morón y que ocupó el asiento a su lado, era el autor de esa ausencia.
La desesperación y angustia de la víctima – amén de despertar al resto de los pasajeros – hizo hablar a una jovencita desde Mones de Cazón dijo “Es probable que el autor del hecho sea el muchacho sentado abajo, ya que intentó abrirme la cartera y me desperté”. A este relato se sumó el de otro hombre que lo hacía desde Pehuajó quien expresó “Con la cara cubierta, una capucha deambuló por todo el micro y cuando intentó robarle a la chica lo ví y bajó. Pensé que iba a sacar un arma”, acotó.
Con estas expresiones Irene con firmeza y decida se dirigió al sospechoso, mientras los choferes informados de la situación, pensaron en detener la marcha y llamar a la Policía. A todo esto ya se había pasado el Luna Park, por lo que decidieron ir directamente a la Estación Retiro y convocar a efectivos de Gendarmería Nacional.
En el ínterin otro viajero de Pehuajó alertó que la cartera estaba tiraba detrás de los asientos. Le faltaba la billetera. La descubre cuando requisó su mochila ante la noticia que “un amigo de lo ajeno” ocupaba un asiento.
A todo esto, el sospechoso, no más de 20 años, con zapatillas blancas impecables, que desentonaban con el resto de la vestimenta, se defendía señalando que era padre de una criatura y que viajaba desde Bragado a llevarle alimentos y dinero a su mujer e hijos. En su mochila se encontró un cuchillo tramontina, más de $ 2.300, latas varias de las que se encuentran en los stand de supermercados, un paquete de yerba chiquito y otros objetos de góndolas de centros de compras. Se defendía señalando que era “humilde y trabajador”, pero no pudo responder con espontaneidad donde lo hacía.
Ya en Retiro y ante la presencia de los efectivos de Gendarmería Nacional, mientras Irene seguía y con voluntad de la denuncia ya que no se descartaba más víctimas, el sospecho “generosamente” le devolvió el dinero sustraído a la quejosa “ya que lo hacía de bueno y no ver sufrir a la mujer y que se diera por terminado el hecho”.
Ya camino de la denuncia el funcionario al frente del operativo advierte que “hasta el mediodía no se terminarían las actuaciones”. Esta frase junto a toda la explicación hizo poner el “grito en el cielo” a damnificada y testigos, ya que todos tenían compromisos propios de las razones del viaje que habían realizado. Y la frase final del Gendarme fue “mientras Uds. terminen de irse a media tarde, para el medio día el muchacho está libre”.
Ya en sede para la formalización de la denuncia y dar paso a un Proceso Penal, el escribiente desalentó aún más la denuncia, expresando que se debería haber realizado en jurisdicción de la Policía Federal, que era cuando se advirtió en el viaje el faltante por no decir el robo para la señora y hurto para el juez.
Sin los testigos principales, Irene logró que se labrara un Acta de los sucesos para movilizarse como ciudadana por otros carriles.
Fin del viaje. La víctima decidida con su accionar, logró su objetivo, recuperó lo suyo, y la solidaridad de pocos. El ladrón, su libertad, gracias a un sistema engorro que desalienta cada conducta ciudadana a la hora de denunciar. “Las autoridades deberán estudiar como hacer más rápido y ágil estos procedimientos para que nada que impune y la gente colabore”, acotó el chofer molesto por lo sucedido.