A simple vista el siglo XX y el comienzo del siglo XXI trajo consigo entre otras cosas una ola de reivindicaciones hacia la mujer como no se ha dado en otra época de la historia.
De la misma forma que trajo consigo estas reivindicaciones, nos alertó, nos mostró en el letargo que aún se encuentran, las dificultades que tienen que enfrentar cada día en cada rincón del mundo y del país, comprobado que reciben menor remuneración por igual trabajo, femicidios, cosificación por parte de sectores conservadores, abusos psicológicos, físicos, etc. Si hasta se atreven a tratar de Yegua, y adjetivaciones irreproducibles cuando una mujer llega al poder.
Entramos, además, en épocas duras donde el trabajo de la mujer se hace más valioso y necesario. Épocas en donde aumenta la luz, el gas, el combustible, el agua, donde las obras sociales no cubren medicamentos básicos, donde quienes trabajaron toda su vida no tienen acceso a la moratoria jubilatoria, donde los jefes y jefas de hogar pierden poder adquisitivo y hasta pierden el trabajo, y es ahí donde la mujer hace maravillas porque compartiendo con el hombre todas las responsabilidades, no dejan de ser ellas las encargadas que en el hogar no falte nada. Decía la compañera Evita:
“Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima”.
No creemos los peronistas que la Mujer deba tener un día, creemos por el contrario, que se la reivindica desde los hechos, con la Ley de servicio doméstico, con el voto femenino, la prohibición de concursos de belleza y cualquier actividad que la cosifique, las licencias por embarazo, etc. Etc.
Todas medidas peronistas que en su momento fueron fuertemente criticadas por los opositores de siempre, luego el tiempo pone las cosas en su lugar y nos da la razón, luego todos levantan nuestras banderas, tarde, como quien “le atrasa el reloj”.
Agencia MTR