Este 11 de julio se conmemoró el Día de San Benito, figura clave para la vida monástica y patrono de Europa. En ese marco, el padre Osvaldo Donnici, Abad del Monasterio Santa María de Los Toldos, dialogó con Gustavo Tinetti en el programa Despertate por Cadena Nueve y Máxima 89.9, donde compartió una profunda reflexión sobre el legado de San Benito, la espiritualidad benedictina y cómo esta puede dialogar con los tiempos actuales.
La conversación comenzó con una mención especial al padre Mamerto Menapace, monje del mismo monasterio, a un mes de su fallecimiento. “Se siente su ausencia en el coro, en las actividades diarias, pero también su partida fue una preparación lenta; ya se lo veía muy decaído”, comentó Donnici. Agregó que su legado literario continúa vigente gracias a un acuerdo con la editorial Patria Grande, y que sus obras están disponibles tanto en el monasterio como en librerías.
Consultado sobre la relevancia de San Benito, el abad explicó que su gran revolución no fue crear una nueva orden, sino escribir una regla de vida monástica desde la humildad y la búsqueda constante de Dios. “San Benito no buscaba imponer nada, simplemente escribió una regla que ayudó a vivir el Evangelio en comunidad, y esa regla fue adoptada por miles de monasterios a lo largo de los siglos”, señaló.
El corazón de esa regla, dijo, está en el equilibrio entre el trabajo y la oración, resumido en el lema “ora et labora”. “Los monasterios no son mantenidos por nadie. Vivimos del trabajo de nuestras manos. Y también de la oración, que no es sólo para cuando hay problemas, sino un acto de amor, como cuando uno conversa con alguien que quiere”, explicó.
En relación a los desafíos actuales, como el culto a la imagen y la inmediatez que imponen las redes sociales, el padre Osvaldo fue claro: “La imagen no es mala, pero hay que complementarla con contenido. Y para eso necesitamos volver a aprender a escuchar”. Recurrió a una de las frases más emblemáticas de la Regla de San Benito: “Escucha, hijo, inclina el oído de tu corazón”, y afirmó que en esta era del TikTok “hay que frenar, mirar y profundizar para encontrar lo esencial”.
Finalmente, el abad dejó un mensaje abierto a todos, tanto creyentes como no creyentes:
“Aprendamos a valorar la palabra, el trabajo hecho con sentido, y la oración gratuita. Dios no es sólo para cuando hay problemas. Él siempre está. Y en cada cosa que hacemos podemos encontrarnos con ese amor que tiene por nosotros”.
Una charla serena, profunda y muy necesaria en tiempos acelerados, donde lo esencial sigue siendo invisible a los ojos, pero no al corazón.