La cerveza se ha convertido en mucho más que una bebida alcohólica. Es símbolo de encuentro, de celebración y de compañía en momentos compartidos. Ya sea acompañando una pizza, una picada o unos snacks, esta bebida espumosa ocupa un lugar privilegiado en las mesas argentinas. Y cada 31 de mayo, en nuestro país, tiene su merecido homenaje con la celebración del Día Nacional de la Cerveza.
Aunque su instauración no proviene de una ley oficial ni tiene un origen institucional claro, fue impulsada desde las redes sociales y comunidades digitales, y rápidamente adoptada por los fanáticos de esta bebida milenaria. Hoy se celebra en bares, cervecerías artesanales y hasta en reuniones caseras.
La historia de la cerveza se remonta a más de 10.000 años, cuando los pueblos sumerios, egipcios y elamitas comenzaron a elaborarla a partir de panes de cebada poco cocidos, fermentados en agua. Actualmente, su fórmula incluye cebada, agua, levadura, malta y lúpulo, este último el encargado de aportar el característico sabor amargo.
Según Cerveceros Argentinos, el consumo per cápita anual en el país alcanza los 45 litros, siendo la variedad lager la preferida. El auge de las cervezas artesanales también juega un papel fundamental, con locales que ofrecen más de 30 canillas distintas y estilos como Golden Ale, Amber Ale, IPA, Hefe Weizen y Stout, cada una con sabores, colores y aromas únicos.
En Argentina, la tradición cervecera comenzó en 1742 con la apertura del primer establecimiento en el barrio porteño de Retiro. Décadas más tarde, la llegada de emprendedores como Otto Bemberg y Emilio Bieckert consolidó el sector, marcando un antes y un después en la historia de esta bebida en el país.
El 31 de mayo no solo es una excusa para brindar, sino también una oportunidad para celebrar la cultura cervecera, la producción nacional y la creatividad que distingue a la industria local. Ya sea rubia, roja, negra o de trigo, fría y espumosa, la cerveza sigue uniendo generaciones al son de un buen brindis. ¡Salud!