domingo, febrero 9, 2025
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‘Cambio de Época’: hacia un futuro de libertad responsable del ciudadano

Escribe para Cadena Nueve, Gustavo Tinetti*

En Argentina, se está viviendo un cambio trascendental, un momento que podría definirse como un cambio de época sin retorno. Este giro comenzó – con torpezas-  el 10 de diciembre de 2023 – si bien en 2015 se insinuó el prólogo-, cuando la sociedad dejó atrás un statu quo que había perdurado durante más de 90 años. Se podría decir desde 1930 hasta 2023, de manera referencial y sin abrir debates.

Y desde el ’83 hasta la fecha, lo que parecía una estabilidad democrática, en realidad, se fue convirtiendo en una serie de expectativas incumplidas y una creciente desconfianza hacia las instituciones de la población junto a una enorme insatisfacción ante obras de infraestructuras esenciales no resueltas, a lo largo y ancho del país.

Durante décadas, la política argentina, consolidó un sistema que fue acumulando errores éticos, económicos y sociales que erosionaron la confianza de la ciudadanía. Al final de los últimos períodos, el país se encuentra al borde de la decadencia con un sistema de bienestar cada vez más obsoleto, un Estado impotente para generar prosperidad, y una creciente sensación de que las instituciones, lejos de ser garantías de la democracia y la justicia, solo sirven para mantener a las burocracias y sectores políticos corruptos en el poder. Esos cambios todavía no afloran pero están en el inconsciente colectivo y aguardando se concreten. Y de no producirse, con transparencia, la sociedad también reaccionará.

Lo que hoy se percibe como irreversible no es solo una falta de confianza en los políticos, sino en el mismo sistema del Estado – y le alcanza a los tres poderes que lo sostienen – que durante tantos años se creyó inquebrantable. La opinión pública se ha dado cuenta de que el Estado no es una entidad que asegura el bienestar colectivo, sino que se ha convertido en un gigante burocrático incapaz de ofrecer soluciones efectivas a los problemas sociales, económicos, de gestión y de justicia inmediata y pragmática, de resoluciones dentro de los 90′ de juego y no fuera del Estadio, y en el tiempo. A manera de ejemplo, USA es un espejo importante, donde resuelve con rapidez en los 90′ más el alargue. Acá todo es tardío y se convierte en injusticia con sabores sociales muy, pero muy amargos.

Este “cambio de época”, como se lo llama, es más que una transformación coyuntural.

En realidad, marca el inicio de una nueva era.

Las propuestas encarnan este cambio radical, un rechazo hacia el modelo tradicional de ver lo estatal hacia la corrupción sistémica de las instituciones. Si bien el camino hacia una nueva Argentina no estará exento de obstáculos —por cierta resistencia de algunos sectores y desprolijidades oficiales-, el cambio es imparable. La sociedad ya no está dispuesta a tolerar más promesas vacías ni a seguir siendo víctima de un sistema que perpetúa la mediocridad. Y le alcanza al actual Gobierno, que apuntó bien, pero tiene el caño desviado.

Una de las grandes claves de este cambio es el auge de una nueva ética: la de la responsabilidad individual, el trabajo honesto y el respeto por los derechos ajenos, sumado a una educación profunda y sostenida. Esta ética, en contraposición a los errores sistemáticos del ’83 a la fecha y muchos de más en 90 años, está encontrando eco en amplios sectores de la sociedad, especialmente entre los jóvenes que se sienten desencantados por un sistema que no les ha brindado oportunidades reales de progreso, y son los que lo procuran y promueven con los recursos con los que cuentan, y lo exteriorizan como pueden, incluidas agresiones.

La propuesta que va más allá de un presidente y sus seguidores es clara: un cambio hacia comportamientos ético y responsables, donde el individuo tiene la capacidad de tomar decisiones sin la constante intervención de un Estado que limita y regula todo. Se le debe sumar de manera inmediata una base ética de no agresión y respeto por las personas e instituciones, para que se transite un camino, para su consolidación, con políticas claras y viables, ante el fracaso de toda la dirigencia política en términos generales y tradicionales. Este modelo, que prioriza la libertad económica se presenta como la solución más directa para el bienestar colectivo, pero debe mirar bien el camino ya que debe tener presente que en el barco de la república están todos los habitantes del país, con sus colores, ideas y particularidades.

El impacto en la población es profundo. Para muchos, el cambio de época representa una oportunidad para empezar de nuevo, para construir una sociedad menos violenta, más cooperativa y orientada a la innovación. Sin embargo, este cambio también exige un compromiso personal: mayores responsabilidades, una mayor ética del trabajo, una profundización en la educación y la disposición a asumir riesgos en busca del bienestar colectivo, y con atención bien dispuesta a enmendar errores en el camino.

El contexto global también juega un papel importante en este proceso. En muchos países, las democracias tradicionales están entrando en crisis, con protestas, fracasos constitucionales y un creciente autoritarismo que recorta libertades o liberaciones avasalladoras. Argentina, al igual que muchas naciones, está viendo la creciente insatisfacción de sus ciudadanos con un sistema político que no ha cumplido con sus promesas. En este contexto, la tendencia hacia un cambio ético y profundo, lejos de ser una moda pasajera, se consolidará como una alternativa más sólida frente a los problemas estructurales del país.

El desafío ahora es lograr que este cambio no quede solo en un acto simbólico, sino que se traduzca en una transformación profunda de las instituciones, con un Estado responsable, y con ciudadanos dispuestos a tomar el control de su futuro, con su mirada y voto.

En última instancia, el futuro de Argentina parece estar encaminado hacia una sociedad más responsable, en la que el bienestar colectivo sea el resultado de las decisiones  basadas en el trabajo, el respeto, la educación y la cooperación, consensuadas.

Este cambio de época es, en definitiva, una invitación a repensar el papel del Estado, la ética del trabajo y las responsabilidades cívicas en un país que busca, finalmente, liberarse de las estructuras que lo han mantenido atrapadas durante décadas y llevadas al fracaso.

*Director del Multimedios Cadena Nueve-Periodista-Abogado-Autor de: Delitos en la Prensa-La noticia en Imagen-Lo Mejor de Dios, Ellas 

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