domingo, mayo 5, 2024
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Eduardo Pironio: A 80 años de su ordenación sacerdotal en la Basílica de Luján

Tenía 23 años cuando se convirtió en sacerdote, por Monseñor Anunciado Serafini, el 5 de diciembre de 1943 en la Basílica donde descansan sus restos y es el mismo templo donde se hará la ceremonia de Beatificación

Eduardo Francisco Pironio era el hijo número veintidós de Giuseppe Pironio y Enriqueta Rosa Buttazzoni, emigrados a la Argentina ya como matrimonio desde la región de Friuli, Italia en 1898.

Llegaron a Nueve de Julio, para conformar una familia numerosa. Eran católicos practicantes.

Su madre «Enriqueta» recibió las gracias la Virgen de Luján, a su mediación por consejo de Mons. Alberti, auxiliar de la Plata, tal como contara el obispo de Nueve de Julio, Monseñor Ariel Torrado Mosconi. Y esa misma Virgen de Luján a la cual orara Enriqueta Buttazzoni de Pironio estará el 17 venidero en Nueve de Julio en el marco de la celebración por su beatificación.

Su padre «José» falleció de una apendicitis cuando Eduardo tenía apenas ocho años.

Eduardo, fue el hijo menor, número 22 en la familia formada por ese matrimonio cargado de esperanza y lleno de alumbramientos. Enriqueta y José, guiaron al sacerdote en toda su vida, sobre manera su madre, como él contara alguna vez.

Este martes se cumplen 80 años de la ordenación de ese joven nuevejuliense, de entonces. Ocurrió en Luján el 5 de diciembre de 1.943, en la Basílica cuya Virgen siempre llevó con él. La ceremonia la encabezó Monseñor Anunciado Serafini.

Su vocación religiosa fue incentivada por su madre, y a los 12 años, tras finalizar la primaria, ingresó al seminario San José de La Plata, y con 23 años recién cumplidos, ya era sacerdote.

Pese a su juventud mostraba solvencia y fue nombrado profesor de Literatura, latín, Filosofía y Teología sucesivamente, en el Seminario Pío XII de Mercedes donde se dedicó a la formación del clero durante 15 años.

Durante este tiempo se destacó como un excelente predicador y confesor, así como un delicado y fecundo escritor.

Entre 1953-1954, estudió en Roma, donde alcanzó la licenciatura en teología por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum). Su Tesis versó sobre La Paternidad Divina en los escritos de Dom Columba Marmion. A instancias del padre Moledo, guía de Cardenal, continuó sus estudios por Bélgica, Alemania, Suiza, Austria, España y Portugal, Barcelona.

A su regreso de Europa siguió como formador en los seminarios de Mercedes y La Plata, hasta su nombramiento como Vicario General en la diócesis de Mercedes.

El 8 de diciembre de 1958, Pironio fundó el Instituto Secular «Misioneras de Jesucristo Sacerdote» en la localidad de Mercedes (provincia de Buenos Aires), con la consagración de las tres primeras Misioneras. En el mismo año fue nombrado Profesor de Teología en la Universidad Católica Argentina, recién fundada.

Durante la década de 1950 aparecieron sus primeros escritos en la Revista de Teología del Seminario de La Plata y en la revista Notas de Pastoral Jocista, órgano de la JOC; Juventud Obrera de Acción Católica en la Argentina.

Sigue la guía pastoral del Padre Manuel Moledo, quien lo animó en su formación universitaria y en la dedicación a la Acción Católica.

Desde sus primeros años como sacerdote acompañó como asesor eclesiástico a numerosos grupos de Acción Católica en Mercedes y otros lugares a donde fue llegando su pensamiento.

En 1960 el Cardenal Caggiano, arzobispo de Buenos Aires, lo nombró rector del Seminario Metropolitano de Villa Devoto, y asumió el cargo como el primer rector del clero diocesano después de la dirección de los padres jesuitas.

En este año también, en julio, falleció su madre, doña Enriqueta como la llamaban en la familia y vecindad.

Como rector cercano, padre espiritual está cerca de cada seminarista, consolida allí su amistad con el padre y teólogo Lucio Gera. Muchos jóvenes discernirán su vocación bajo la guía de su acompañamiento espiritual.

En 1963 fue designado Visitador Apostólico de las universidades católicas argentinas.  Y decano del Instituto de teología de la Universidad Católica, que luego será facultad.

SU ORDENACIÓN EPISCOPAL

El 31 de mayo de 1964, en la Basílica de Luján, a sus 43 años, fue ordenado Obispo con el título de Ceciri y Obispo Auxiliar de la Plata. Fue consagrado por el arzobispo de La Plata, Monseñor Antonio José Plaza y como co-consagrantes Monseñor Luis Juan Tomé, obispo de Mercedes (hoy Diócesis Mercedes-Luján) y Monseñor Antonio Quarracino, obispo de Nueve de Julio, en aquellos años.

Curiosamente, de manos de Monseñor Plaza, recibió la cadena y cruz pectoral de Monseñor Alberti, aquel sacerdote que aconsejó confianza a su madre en la dificultad para gestar, ya que con el primer embarazo se le había aconsejado no tener más hijos.

En esa ordenación Eduardo Pironio eligió como lema episcopal: «Chistus in vobis spes gloriæ» (Colonenses 1:27) en español quiere decir: «Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria» una frase de la epístola a los Colosenses 1:27. El tema de la esperanza estaría presente de forma continua en su predicación y en sus escritos.

Desde aquel 5 de diciembre de 1943, hoy 80 años, su vida no paró de crecer espiritual e intelectualmente en la iglesia.

En 1962 partió a Roma con la delegación argentina que formó parte de la primera sesión del Concilio Vaticano II. Fue parte de ese gran acontecimiento de la iglesia, camino a grandes transformaciones. Entre ellas, la misa en el idioma de cada país y se dejó de lado el latín. El sacerdote de frente a los feligreses, entre otros rituales.

El Papa Juan XXIII lo nombró perito para la segunda sesión del Concilio Vaticano II; y al crearse en la Curia Romana el Secretariado para los No Creyentes, fue designado miembro del mismo.

En el Concilio llevó su voz sobre el rol del laicado, su atenta preocupación por el diálogo con el mundo y las nuevas realidades. Formó parte de las sesiones que culminaron con la constitución Gaudium et Spes.

Monseñor Pironio comprendió con rapidez que el Concilio era el encuentro de una comunidad de fe en busca de leer los signos de los tiempos en “esta nuestra hora”.

Al regresar de Roma, le depararon tiempos post conciliares apasionantes y tumultuosos, dentro y fuera de Argentina.

En 1967 fue designado Administrador Apostólico de la diócesis de Avellaneda, debido a la remoción de Monseñor Podestá a su servicio pastoral. Fue un lugar que asumió por obediencia y mucho dolor, ya que la tensión interna en la diócesis era muy importante, toda vez que Podestá impulsaba el matrimonio entre los sacerdotes, y él se casó con su secretaria.

En agosto de 1967, Eduardo Pironio fue elegido secretario del Celam y el papa Pablo VI lo nombró secretario general de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se realizaría en Medellín, Colombia (1968). A su vez fue nombrado Asesor General de la acción Católica Argentina, junto al padre Manuel Moledo y al padre Erro.

En 1970 fue reelegido secretario general del CELAM.

Como secretario general Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Pironio ejerció marcada influencia en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968), y después, en 1972, como presidente del CELAM donde definió el perfil de la Iglesia latinoamericana postconciliar.

El opúsculo de su autoría titulado «En el espíritu de Medellín. Escritos pastorales marplatenses II» (1976) tuvo una amplia difusión en América latina. Su prédica comprometida con la opción preferencial por los pobres, en línea con lo proclamado por la Iglesia latinoamericana en la conferencia de Medellín, le valió que se lo acusara injustamente de comunista, nada de ello, Monseñor Pironio en línea con el CELAM proclamaba la “Doctrina Social de la Iglesia” arraigada en el Evangelio y no en el marxismo.

El 27 abril de 1972 Pablo VI lo nombró obispo de Mar del Plata hasta el 20 de septiembre de 1975.

Entusiasmado por la figura de Pironio, el santo padre San Pablo VI, con quien había entablado una cercanía y amistad espiritual, lo llamó en 1974 para que predique los ejercicios espirituales. Secustramn de Cuaresma en la Curia Romana.

Y al año siguiente, San Pablo VI que lo convoca a Roma como proprefecto de la Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos seculares.

El 20 de septiembre de 1975, precisamente, el Sumo Pontífice lo designó Pro-Prefecto de la Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares, Dicasterio del que luego fue Prefecto, y lo trasladó de la sede episcopal de Mar del Plata a la sede arzobispal titular de Thiges.

Dicho traslado se da en un clima de hostilidad hacia su persona caracterizado por reiteradas amenazas de muerte durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, amenazas efectuadas por grupos extremistas de derecha e izquierda.

Las actividades del Cardenal en su calidad de Prefecto fueron intensas como lo recuerda su secretario personal el hoy Cardenal Vérgez: Presidió seis Plenarias de la Congregación. Fruto de estas Plenarias fueron algunos importantes documentos.

Participó en 40 sesiones del Consejo de los “16”.

Otorgó el nihil obstat para la erección de 49 Institutos de derecho diocesano y concedió el reconocimiento pontificio a 102 Institutos religiosos.

Fueron aprobadas más de 720 Constituciones renovadas; erigidas 47 federaciones de Monjas; aprobados 18 nuevos Institutos seculares de derecho diocesano y con carácter pontificio otros 23 institutos.

Participó en 136 Capítulos Generales.

Visitó 29 países de todos los continentes.

No hubo foro importante en el que no se hiciera presente: Asambleas USG y UISG y de Superiores Mayores; Asambleas continentales: Las Interamericanas, las Asambleas Generales de la CLAR y alguna de las reuniones de la incipiente U.C.E.S.M y de la Conferencia Mundial de Institutos Seculares.

Escribió muchos artículos y fue frecuente su participación con conferencias en Congresos y Semanas de vida consagrada y vocacionales. También fueron numerosas las tandas de ejercicios a religiosos y religiosas, de vida activa y contemplativa.

Y a esto hay que añadir un ingente número de homilías o reflexiones pronunciadas en las más diversas ocasiones.

HONRADO CON EL SERVICIO DE CARDENAL

En el consistorio del 24 de mayo de 1976 el Santo Padre lo creó cardenal con el título de los Santos Cosme y Damián.

Fue profundamente apreciado por el papa Pablo VI, quien le pidió que fuera su confesor personal, a su vez Pironio tenía admiración y devoción por San Pablo VI, representante de Jesús en la tierra, principio de unidad.

CONCLAVE DE 1978

Tanto en el cónclave de agosto de 1978 tras la muerte de Pablo VI, como en el cónclave de octubre de 1978 luego del fallecimiento de Juan Pablo I, fue considerado por los medios de comunicación y la opinión pública como potencial candidato a Papa.

FIGURA CLAVE DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS LAICOS

El 9 de abril de 1984 San Juan Pablo II lo designó presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, y lo confirma por un segundo quinquenio el 9 de abril de 1989 y por tercera vez el 9 de abril de 1994, hasta 1996 cuando presenta su renuncia.

El 11 de febrero de 1985 San Juan Pablo II creó la Pontificia Comisión para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, y designa presidente al cardenal Pironio. Este cargo lo ejerció juntamente con la titularidad del Pontificio Consejo para los Laicos, hasta que el Papa reforma la Curia y convierte a la Pontificia Comisión en Pontificio Consejo con su propio presidente.

PRECURSOR DE LAS JORNADAS MUNDIALES DE LA JUVENTUD

Como presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, Eduardo Pironio por deseo de San Juan Pablo II organizó la primera Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Roma (1985) y las que le siguieron en Buenos Aires (1987), Santiago de Compostela (1989), Częstochowa (1991), Denver (1993) y Manila (1995).

Con la misma pasión organizó y presidió los Fórum Mundiales de la Juventud que acompañaban a la Jornada alrededor del mundo.

En este sentido fue gran impulsor de la pastoral juvenil, implementando las catequesis, documentos y distintas actividades para la evangelización de los jóvenes.

Juan Pablo II recordó el gran aporte del cardenal Pironio a las JMJ en la misa de su funeral, el sábado 7 de febrero de 1998: «¿Cómo olvidar la gran aportación que dio a las celebraciones de las Jornadas mundiales de la juventud? Quisiera dar gracias públicamente aquí a este hermano nuestro, que me prestó una gran ayuda en el ejercicio de mi ministerio petrino».

En 1995 dirigió la primera peregrinación juvenil europea llamada “EurHope” al Santuario de Nuestra Señora de Loreto (Italia)

En julio de 1995 el Santo Padre lo nombra cardenal-obispo, titular de la sede suburbicaria de Sabina-Poggio Mirteto.

Participó de todos los sínodos de Obispos, tanto ordinarios como extraordinarios.

Al momento de su muerte (1998) era miembro del Consejo de la Segunda Sección de la Secretaría de Estado, de la Congregación para las Iglesias Orientales, para las Causas de los Santos, para los Obispos, para la Evangelización de los Pueblos, para la Educación Católica, del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos y de la Pontificia Comisión para América Latina.

SU PASCUA -5 de febrero de 1998

Falleció en su departamento en la ciudad de Roma (Italia) el 5 de febrero de 1998, en compañía de su hermana Zulema y otros familiares, varios sacerdotes, el presidente del Episcopado argentino, monseñor Estanislao Karlic y su secretario particular Mons. Fernando Vérgez Alzaga.

La causa fue un cáncer óseo muy doloroso, que lo mantuvo postrado los últimos cinco meses de su vida, pero que lo había afectado catorce años.

Juan Pablo II celebró la misa en la basílica de San Pedro, el 7 de febrero de 1998

El 12 de febrero de 1998 sus restos fueron repatriados a la Argentina. Ese mismo día el arzobispo de Buenos Aires Cardenal Antonio Quarracino celebró la misa exequial en la Catedral Metropolitana, por la tarde los restos de Pironio fueron trasladados a la Abadía Santa Escolástica, en Victoria, partido de San Fernando, para una vigilia de oración durante toda la noche.

Finalmente, el 14 de febrero sus restos fueron inhumados en la Basílica de Nuestra Señora de Luján, junto al altar del Sagrado Corazón de Jesús en una ceremonia celebrada por el nuncio apostólico Monseñor Ubaldo Calabresi junto al Cardenal Quarracino y alrededor de unos 300 sacerdotes, 38 obispos y 76 seminaristas, y una multitud de fieles.

CAUSA DE CANONIZACIÓN

Debido a su posición e influencia en la Santa Sede, a la orientación que brindó a varias Congregaciones vaticanas, a su enorme prestigio ―tanto en el Vaticano como en la Argentina―, a su labor con los religiosos primero y con los jóvenes de todo el mundo después, así como también a su presunta proximidad a la sucesión de San Pablo VI y Juan Pablo I, algunos medios lo consideraron al momento de su muerte «el eclesiástico argentino más encumbrado de la Historia».

Después de ocho años de su fallecimiento en una ceremonia solemne que tuvo lugar en Palacio de Laterano fue declarado «siervo de Dios» el 23 de junio de 2006 por el vicario de Roma, Cardenal Camillo Ruini.

El 18 de febrero de 2022, el Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos que reconoce las virtudes heroicas del cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio, declarando Venerable.

El miércoles 8 de noviembre de 2023 , fue promulgado  el decreto de la Congregación para las Causa de los Santos que reconoce el milagro atribuido al venerable cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio, nacido en 1920 en la localidad bonaerense de 9 de Julio y fallecido en Roma, en 1998., la ceremonia de beatificación se hará en Luján el 16 de diciembre venidero, y por parte de la Santa Sede, participará el cardenal español Fernando Vérgez Álzaga, titular de la Gobernación del Vaticano y secretario de Pironio durante 23 años; y al dia siguiente la celebración se hará en Nueve de Julio.

La Santa Sede, en noviembre pasado autorizó un milagro ocurrido en 2008. Se trata de la curación inexplicable de un niño de quince meses que había aspirado purpurina en la ciudad de Mar del Plata.

Ante el diagnóstico médico que indicaba un trastorno grave los padres de Juan Manuel Franco invocaron la intercesión del Cardenal Pironio. El resultado fue la curación inexplicable del bebé que al día de hoy no registra secuela alguna, producto de la grave intoxicación.

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