La Piedad de la Basílica de San Pedro deslumbra a cada visitante, cualquiera sea del lugar del planeta que arribe a la sede central del Vaticano.
Al preguntar quien es el autor de esa obra por excelencia, surge el nombre de Michelangelo Buonarroti, conocido en español como Miguel Ángel.
Este artista, que discutió muy joven con su padre cuando le dijo que quería esculpir mármol, pintar y ser creativo en ese tipo de obras, por poca rentabilidad, mostró su amor por ese oficio.
A los seis años, perdió a su madre. Había nacido el 6 de marzo de 1475, en Caprese, una villa de la Toscana cerca de Arezzo. Fue el segundo de cinco hijos varones de Ludovico di Leonardo Buonarroti di Simoni y de Francesca di Neri del Miniato di Siena.
En Florencia, donde vivían de unas pequeñas rentas procedentes de una cantera de mármol y una pequeña finca que tenían en Settignano, pueblo donde Miguel Ángel había vivido durante la larga enfermedad y muerte de su madre; allí quedó al cuidado de la familia de un picapedrero, y fue descubriendo las bondades del mármol.
Miguel Angel, quien muriera hace 457 años, el 18 de febrero de 1.564, triunfó en todas las artes en las que trabajó, caracterizándose por su perfeccionismo. Tenía 88 años. Vida prolongada para la época.
La escultura, según había declarado, era su predilecta y la primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición por parte del papa Julio II, y que se concretó en una obra excepcional, la bóveda de la Capilla Sixtina; y ya en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos. Fue autor de numerosas obras, de las cuales hoy en día se conservan entre 40 y 50 esculturas, 4 pinturas, varias decenas de dibujos y los frescos de la Capilla Sixtina y la Capilla Paulina.
Agencia MTR