jueves, abril 25, 2024
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Los Jujeños recuerdan ‘El Éxodo’ que ordenó Belgrano

Hace 208 dejaba sus viviendas y pertenencias para no ser alcanzado por un ataque español

El 23 de agosto de 1812, Manuel Belgrano, como General en Jefe del Ejército del Norte, comandó el abandono de la ciudad de Jujuy con un objetivo estratégico ante el avance de las fuerzas realistas del general Goyeneche.

Ante la inminencia del avance de un poderoso ejército español desde el norte al mando de Pío Tristán, el 29 de julio de 1812, Belgrano emitió un bando disponiendo la retirada general ante el avance de los enemigos. La orden de Belgrano era contundente: había que dejarle a los godos la tierra arrasada: ni casas, ni alimentos, ni animales de transporte, ni objetos de hierro, ni efectos mercantiles.

Es así que con esta expresión, Éxodo Jujeño, se recuerda que hace 208 años, Manuel Belgrano, ordenó la retirada hacia Tucumán que, cumpliendo parcialmente la orden de evacuación hasta Córdoba impartida por el Primer Triunvirato de las Provincias Unidas del Río de la Plata, emprendió —el 23 de agosto de 1812— el Ejército del Norte.

Al comandado del creador de la bandera, la población de San Salvador de Jujuy, abandonó completamente la ciudad y sus campos, como respuesta estratégica ante el avance del Ejército Realista proveniente desde el Alto Perú y cuya retaguardia fue protegida por el mayor general Eustoquio Díaz Vélez, resistiendo el acoso enemigo.

El rigor de la medida debió respaldarse con la amenaza de fusilar a quienes no cumplieran la orden.

Belgrano tenía información que un sector de San Salvador, el más acomodado, estaba en contacto con la avanzada española para hacer negocios con las probables nuevas autoridades, de las que habían recibido la garantía de respetar sus propiedades. Belgrano no les dejó alternativa: o quemaban todo y se plegaban al éxodo, o los fusilaba.

El resto de la población colaboró fervientemente, perdiendo lo poco que tenían, que para ellos era todo.

Jujuy era una ciudad pequeña, pero, gracias a su ubicación en la desembocadura de la Quebrada de Humahuaca, era un centro de tránsito obligado entre las provincias del Alto Perú -y aún más hacia el norte de ellas con el importantísimo Virreinato del Perú- y el Río de la Plata.

El Éxodo se cumplió, y la historia lo recuerda como una estrategia para salvar a un pueblo y desconcertar al enemigo.

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