PIEDRAS VIVAS

Homilía del Obispo diocesano Ariel Torrado Mosconi en la celebración eucarística del aniversario de la dedicación de la Iglesia catedral de Nueve de Julio, jueves 7 de mayo de 2020 (Hch 7,44-50; Sal 121; Ap 21,1-5a; Jn 2, 13-22)

Sugestiva y paradójicamente estamos celebrando este aniversario de la dedicación de la Iglesia catedral de la diócesis con el templo vacío a causa -como es sabido- de la emergencia sanitaria. Es sugestivo por que el eco del vacío y la no presencia de las personas físicamente, resuena como un eco de todas las otras carencias, necesidades y angustias de nuestra comunidad y el mundo en estos momentos de sufrimiento. Es también paradójico porque todo esto bien puede llevarnos a re-descubrir y re-aprender verdades y realidades de nuestra fe, que damos por supuestas o sabidas, las cuales vienen a ser de capital importancia y necesidad en estos momentos de incertidumbre.

La palabra de Dios sigue resonando, quizá hasta con más fuerza, en el silencio de nuestras almas e iluminando la existencia de cada uno y el camino de la Iglesia. Hoy nos recuerda que el Señor, como siempre sigue habitando, haciéndose presente, manifestándose y actuando, en y a través de su Iglesia. Ahora vemos claramente como el templo material de piedra, ladrillo y cemento es signo, símbolo y figura de ese otro edificio espiritual de “piedras vivas” -no menos real- que somos cada uno de nosotros, los creyentes, los fieles, todos cuantos siguen al Señor. ¡Que paradoja! En estos tiempos de crisis, vemos una Iglesia viva, de pié, activa y creativa en la caridad solidaria y en la oración ferviente. Silenciosa y discretamente, sin ruido ni triunfalismos, Cáritas está “donde tiene que estar” junto a los necesitados y vulnerables, las personas solas o ancianas, las familias profundizan su vida espiritual desde el encierro en sus hogares, los sacerdotes han aprovechado la posibilidad de estar, acompañar y mantener unida a sus comunidades utilizando las nuevas tecnologías de comunicación.

Así y todo, seguimos echando muy de menos el encuentro personal. Y, sobre todo, la posibilidad de celebrar, participar y recibir la gracia de los sacramentos. Deseamos que esté cerca el día en que podamos hacerlo.

En este tiempo crítico por el cual estamos transitando, vamos redescubriendo de esta manera, la verdadera esencia de la Iglesia del Señor y nuestro lugar en ella. Estamos aprendiendo nuevamente a vivir las realidades fundamentales, primeras y básicas de la fe. La oración y el amor nos unen a Dios y entre nosotros. Es lo que cuenta. Y es lo que necesitamos y nos hará mucha falta en ese “día después” que esperamos. Aprovechemos espiritualmente este momento presente, casi como un retiro espiritual, porque vendrá el tiempo recio y duro de la recomposición y reconstrucción a todo nivel en que nuestros espíritus deberán estar fuertes. Será -como dice el Papa Francisco- la hora de una Iglesia realmente “en salida” y “hospital de campaña”. Preparemos ese momento con esperanza, con generosidad y hasta con entusiasmo.

Y hoy, por qué no, demos gracias a Dios por nuestra Iglesia diocesana, su vida y sus riquezas de gracia y caridad. Vuelvo a repetir una vez más, que he podido notar cómo en este momento difícil estamos viviendo y llevando a la práctica nuestro lema y objetivo pastoral diocesano: “Caminar en comunión para anunciar a todos la alegría del Evangelio”. Así sea. Aleluya.
+Ariel Torrado Mosconi Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio