Cuando te encuentras fuera tu país al ver una bandera nacional te dibuja una sonrisa en la cara, ya que es un motivo de orgullo y de sentido de pertenencia.
Hace 208 años que la bandera cobija a un país sin embargo no se han encontrado motivos para una verdadera hermandad del pueblo en una construcción común. Los puntos de unión se dan a través del deporte, y sobre todo desde el éxito. Es la única excepción donde se lleva la bandera con orgullo. Participar o salir segundo lejos de un orgullo por lo alcanzado simboliza derrota.
Cuando los lideres o impulsores de grandes sucesos no transmiten grandeza, aflora el egoísmo e impide puntos de contacto en común.
El amor por tu país se demuestra de muchas maneras. La honra, la honestidad en lo comercial a tu compatriota, la transparencia del uso de los dineros ajenos, sea en la institución que fuere y mucho más cuando se es funcionario público.
Conductas impropias de quienes deben dar el ejemplo debilita los caminos comunes hacia una sociedad hermanada y más cuando se usan las justificaciones en ese obrar.
A 208 años de izamiento por primera vez, por su creador Manuel Belgrano, la bandera cobija al pueblo que se identifica con ella pero no lo hermana detrás de objetivos comunes. Es el desafío convocante, de su logro depende de todos los sectores sociales y cada persona en particular.
Que se encuentren los espacios para lucir con orgullo la bandera más allá del deporte.
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Agencia MTR