viernes, marzo 29, 2024
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Una rusa pasó de la tranquilidad de Tapalqué a los primeros planos nacionales

Raquel Liberman

Raquel Liberman fue una atractiva mujer rusa, que víctima de la trata de personas en Argentina,  logró denunciar a sus tratantes y deshacer la red judía de trata de blancas Zwi Migdal, que operaba en Argentina desde principios del siglo XX.

Esta red – Zwi Migdal –operó entre 1906 y 1930. Estaba conformada por delincuentes de origen judío en su mayoría de origen polaco que se especializaban en la prostitución forzada de mujeres judías. Tenía contactos en Rosario, donde llegaban en barcos, mujeres eslavas que engañaban y prostituían.

Su historia estuvo en las primeras planas de los diarios de Buenos Aires.

Había nacido en una ciudad de Rusia y su familia se traslada a Polonia. Allí con 19 años se casó en Varsovia con un polaco que cuando tenían un hijo y uno en camino decidió buscar trabajo en argentina. Yaacov Ferber, llegó en 1920 y esperó a Raquel Liberman que viajó con los dos bebés, en el puerto de Buenos Aires y se radicaron en Tapalqué. Allí empezaron una vida tranquila y con trabajo.

La joven pareja – ella 21 años – jamás pensaron que a los pocos meses, el hombre muriera de tuberculosis y Raquel Líberman ―sin conocimiento del español― decidió dejar sus dos bebés en casa de vecinos y mudarse a Buenos Aires en busca de trabajo. Se ofrecía como costurera pero entró en la prostitución. Las crónicas de entonces señalaron que lo hizo ante la necesidad de trabajo y las propuestas que recibí ante su cautivante belleza.

Finalmente fue secuestrada por la red de trata Zwi Migdal, que ―bajo la apariencia de una Sociedad Judía de Socorros Mutuos―, reclutaba mujeres judías pobres de Europa del Este para explotarlas sexualmente en Buenos Aires y otras ciudades del país. La mayoría ingresaban por el puerto de Rosario.

Durante seis años Raquel Liberman permaneció prisionera de esta red pero logró ahorrar dinero a escondidas para lograr su libertad con la complicidad de un cliente, que se apiadó de ella y ofreció comprarla al proxeneta para su propio prostíbulo de judías en Mendoza. El tratante de la Zwi Migdal aceptó, y Liberman le pagó su precio al cliente. Con lo que quedaba de sus ahorros, Raquel compró un local en la calle Callao pero fue prontamente detectada por la Zwi Migdal. Esta comenzó a acosarla y amenazarla para evitar su ejemplo en otras prisioneras de la red. La Zwi Migdal envió a un rufián, José Salomón Korn para engañarla con promesas de matrimonio. Ella se casó con José Korn y al poco tiempo éste le robó sus ahorros y la recluyó en un burdel-cárcel en Buenos Aires.

Luego de escapar por segunda vez de la red Raquel Líberman contactó al comisario Julio Alsogaray, un policía con fama de incorruptible, ante el cual radicó la denuncia el 31 de diciembre de 1929. El comisario le preguntó si estaba dispuesta a declarar ante un juez y ella afirmó: «Solo se muere una vez: la denuncia no la retiro». El juez en lo criminal Manuel Rodríguez Ocampo citó a Raquel Líberman a declarar. Así se obtuvo el trasfondo de la siniestra organización: las mujeres eran llevadas de un lugar a otro de modo forzoso, eran maltratadas física y mentalmente para doblegarlas y evitar que denunciaran a la organización. El juez dictó procesamiento y prisión preventiva a 108 miembros de la Zwi Migdal y la captura de 334 prófugos bajo los cargos de corrupción y asociación ilícita. A lo largo de la investigación se descubrió cierta complicidad de la red con la Policía Federal.

Los ricos líderes de la Zwi Migdal apelaron la sentencia del juez. Pese a la declaración de Raquel Líberman, los jueces de la Cámara de Apelaciones en la causa solo dictaron prisión preventiva a tres integrantes secundarios de la organización, dejando libres a los jefes y a todos los demás. La Cámara justificó su acción en que solo Raquel Líberman (pese a las amenazas) había declarado, mientras las otras víctimas no declararon.

Raquel Líberman se reunió con sus dos hijos, y vivió en Buenos Aires. Sin embargo, un par de años después enfermó de cáncer de tiroides y murió el 17 de abril de 1935 (había nacido el 10 de julio de 1900), a los 34 años, dejando huérfanos a sus dos hijos de 15 y 14 años.  Antes de morir, estaba tramitando un visado para volver a Polonia con sus hijos para estar con su familia.

El hecho ganó en trascendencia por haber sido el primer caso denunciado con desbaratamiento de la red, de trata de personas y promoción de la prostitución.

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