Uno de los perfiles de un empleado bancario es la del secretario en relación a la información que sobre cuentacorrentista tiene acceso.
Hace un tiempo una señora es consultada por una amiga si ella tenía cientos de miles de dólares guardado en la Sucursal Nueve de Julio de un banco oficial nacional. Es que su amiga escuchó a un empleado de esa institución contar en la rueda de amigos de un café -entre no menos de cinco personas- que ‘ella tenía depositado’ una suma de dinero en dólares muy importante. La clienta de la institución se sintió muy angustiada, consultó a un abogado y estuvo a punto de demandar a la institución y al empleado por revelar secretos bancarios en una confitería y a la luz pública. Conclusión retiró el dinero y se fue del Banco.
Hace pocos días, una empleada del mismo banco, preguntó de viva voz, ‘todos los que retiren más de u$s 100.000 dirigirse a este sector para ir contando el dinero que se retirará en esa moneda’. La conducta fue negligente. Un señor se vió sorprendido del hecho y se fue por razones de seguridad sin hacer su operación. Otro, profesional, reveló el monto de su retiro y todos escucharon. Un tercero se acercó con cuidado e hizo una consulta en voz baja y se retiró del mostrador y luego de unos minutos del banco.
Lo curioso fue que este cliente que no hizo la operación, al llegar a su casa recibió una llamada telefónica donde lo citaban del banco para que regresase con el dinero. Las preguntas fueron formuladas para tener certeza del monto y se le pedía que vuelva a la institución minutos antes de las tres de la tarde, por ‘seguridad bancaria’.
El señor recordó lo que había vivido y ‘algo no vió correcto’. Cortó la comunicación. Más tarde la misma voz y en nombre de la sucursal bancaria le insistieron que debía regresar a los fines de hacer un recuento del dinero en relación a la serie y numeración de la divisa estadounidense. Dió tranquilidad que a la hora indicada iba al banco. Jamás salió de su casa, el dinero nunca lo había retirado, pero observó un auto estacionado en cercanía de su domicilio que no era del barrio.
Contó el episodio a su hijo y este calificó de negligencia bancaria y de falta de recaudos para los clientes en los tiempos que corren, lo sucedido, ya que exponen a los clientes a riesgos impensados.
La familia, solo por esta vez, quiere que se sepa el episodio a los fines que se tomen recaudos, haya secreto profesional, y no se divulgen en ningún lado el estado de cuentas de cada cliente de la institución.
Es de esperar que se tomen recaudos y los empleados y funcionarios sean profesionales en el secreto y confidencialidad bancaria.
Agencia MTR