martes, abril 30, 2024
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El juego de la vida adolescente no encuentra límites de progenitores los fines de semana

A finalizado la ‘Semana del Estudiante’. Las vivencias serán imborrables de por vida de quienes las disfrutaron y compartieron con sus amigos, conocidos y grupo generacional contemporáneo.

El espíritu afectivo, alegre y de camarería tuvo un tironeo constante cada noche. Comportarse entre parámetros aceptables y tolerados y divertirse en esa franja, o hacerlo por afuera desconociendo todo control razonable.

Este estiramiento de las normas de convivencia grupal razonable es una constante desde hace años, y se acrecienta a más temprana edad, donde desde los 15 años se sienten con los mismos ‘permisos’ que los de un par de años mayores.

Cada familia con hijos en esas franjas de edades, vive el acercamiento del fin de semana más como calvario que como una alegría de ver a sus hijos en sano desarrollo.

Es que los adolescentes han creado un código que lo normalizaron y han hecho creer a los adultos que es la conducta de una suma de padres complacientes y que quien quiere poner una diferencia rompe con ese ‘código’ mayoritario.

En la mayoría de los casos, los padres no están de acuerdo pero aceptan ‘esa mayoría’. La realidad es que la falta de diálogo entre los adultos o hacer una cadena de seguimiento como en las fiestas infantiles donde desde los celulares todos sabían lo que pasaban por circular la información, en la adolescencia se corta. Los hijos que piden confianza, y el ‘no me vas a dejar como un/a ridículo/a’, han puesto a los progenitores fuera de control.

Es necesario buscar un mecanismo colectivo de intervenir a la luz de la tecnología que vele por sus seguridades, la propia que le corresponde responsablemente a cada adulto de una familia con hijos en esas franjas de crecimiento.

Es que el juego de la vida adolescente no encuentra límites de progenitores en los fines de semana, y los comportamientos colectivos eliminan, cualquier freno inhibitorio, ya sea por el alcohol, la ‘brillante idea de un iluminado’ o el temor al rechazo si el señalamiento no está en los parámetros colectivos, aunque sea lo atinado o correcto.

Esto que se acrecienta y comenzó a vislumbrarse en esta nueva primavera como una constante renovada y acrecentada en cada año, requiere de una convocatoria de adultos responsables para encontrar conductas de divertimento y alegría razonables para evitar el llanto colectivo que como sociedad se origina ante hechos que enlutan.

De cada uno corresponde el granito de arena y tolerancia. La misma que caracterizará el futuro tras pasar esa etapa indómita de ‘todo lo puedo’ y ‘nada me va a pasar’ entre otras frases propias de no medir que el camino de la vida presenta una ruta distinta a esa creencia.

En Moreno, una Fiesta Clandestina organizada por redes sociales alarmo a la población la franja de menores que asistieron y la consigna de concurrencia.

El verano pasado Nueve de Julio vivió el desafío a la transgresión organizando fiestas prohibidas como una reto a mayores, autoridades y sociedad en su conjunto.

La primavera recién empieza, y el clima para disfrutar de los días más largos y temperatura cálida es proclive a desmadres y fuera de todo control, los fines de semana.

Que entre todos  los sectores responsables se encuentren mecanismos para que los adolescentes disfruten con tolerancia sana diversión.

 

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