jueves, diciembre 5, 2024
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Una aldea 100 por ciento indígena en el sur de Buenos Aires

3224_asentamiento-indigena-3Excavaciones arqueológicas revelaron restos de un asentamiento que sería anterior a la llegada de los europeos al Río de la Plata. De confirmarse, se trataría del poblamiento más antiguo descubierto hasta el momento en esta región. Analizarán los restos para confirmar su antigüedad.

Cuenta la historia que, en 1536, Pedro de Mendoza llegó con sus 14 navíos al Río de la Plata para fundar la ciudad de la “Santísima Trinidad y el puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires”. Las crónicas del viajero alemán Ulrico Schmidl, integrante de la comitiva y primer historiador europeo de la región, ilustraban un territorio ocupado por pueblos nómades.

Sin embargo, excavaciones hechas en el sur de Buenos Aires, en una zona cercana al autódromo de la ciudad y el Riachuelo, sacaron a la luz restos de un asentamiento que, suponen los investigadores, serían anteriores a la invasión europea. “Encontramos restos de arquitectura, más precisamente marcas en el piso de postes”, detalla a la Agencia CTyS-UNLaM Daniel Schávelzon, investigador del CONICET e integrante del proyecto. “Aparentemente, se trataría de una aldea, aunque todavía no sabemos su tamaño”.

El descubrimiento se inscribe en el marco de un programa de investigaciones de la Universidad del País Vasco, el Centro de Arqueología Urbana (CAU) de la UBA y la Universidad del Museo Social y los trabajos de campo son dirigidos por el investigador Ulises Camino. La importancia del hallazgo, según apunta Schávelzon, radica en que no se tenía conocimiento de un asentamiento de tanta antigüedad en la zona.

“Suponíamos encontrar restos un poco más modernos, por ejemplo del siglo XVII o XVIII, pero para nosotros eso ya era como una rutina. De hecho, ya se han encontrado gran cantidad de material indígena- relata el arqueólogo e investigador-. Pero encontrar restos de una aldea, de la cual no sabíamos absolutamente nada en la historia, me pone muy contento, es interesante hacer este tipo de hallazgos tan lindos para la historia de la ciudad”.

Cuenta Schávelzon que desde hace tiempo ya que se viene trabajando a lo largo del Riachuelo, desde la Boca hasta la avenida General Paz, en búsqueda –sin éxito, por el momento- del sitio de la primera fundación europea. Una de las particularidades del terreno donde se encontraron los restos del poblamiento es que se trata del punto más alto de la topografía en  Buenos Aires.

“No son montañas o cerros, pero en comparación es muy alto. En el resto de la Ciudad no suele haber más de dos o tres metros, mientras que en esta zona estamos a 15. Al crecer el Riachuelo e inundar toda la zona, constituía una diferencia muy importante a la hora de sobrevivir”, analiza el académico, investigador en la CAU.

Si bien surgieron versiones que atribuyen los restos hallados a los querandíes, Schávelzon prefiere la cautela y la aparición de más pruebas para definir a qué grupo étnico pertenecían. “Por ahora, simplemente, pertenecen a personas que vivían acá, también debemos confirmar si eran nómades o poblaciones más estables”, señala.

La siguiente etapa en la investigación, además de continuar con las excavaciones, será analizar los elementos hallados con métodos químicos y físicos para confirmar su antigüedad. En esta fase participará la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y la Facultad de Ciencias Naturales y el Museo de la Universidad Nacional de La Plata. Una vez que se termine con los estudios, los objetos arqueológicos pasarán a pertenecer a la Ciudad de Buenos Aires, tal como lo establece la Ley Nacional de Protección de Patrimonio Nacional, sancionada en 2003.

Un vínculo con la sociedad

Para Schávelzon, hallazgos como este son importantes no sólo en un plano científico, sino también para derribar mitos sobre los pueblos originarios. “Todavía se pueden escuchar frases como que en Buenos Aires no hay o nunca hubo indígenas, o que están todos en regiones alejadas. Espero que este descubrimiento sirva para consolidar nuestra memoria e identidad como porteños”, resalta el investigador.

En la misma línea, trabajar con excavaciones en un territorio urbano también puede ayudar a cambiar la imagen que se tiene de la arqueología. “Se suele asociar lo que hacemos con Indiana Jones: ir al desierto o a lugares lejanos y encontrar oro, plata o joyas. No se piensa tanto en la posibilidad de trabajar en la ciudad misma”, apunta el académico, quien además agrega que durante el mes de enero se colocaron banners y carteles explicando la tarea que se está haciendo allí. “De este modo, todo el que se acercara a mirar, preguntar y se mostraba interesado podía saber de qué trata lo que estamos haciendo. Eso es lo que importa”, sintetiza.

* Universidad Nacional de La Matanza

Daniel Schavelzon

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