Nacido en Cañada de Gómez – Santa Fe – un 11 de noviembre de 1894, Juan Bautista Bairoletto era hijo de padres italianos. Fue el segundo de seis heramnos. Su vida, como tantos otros “gauchos” es una especie de adaptación del personaje Robin Hood. Era “bueno para los pobres” y “malo para los ricos” a punto tal que su muerte trajo aparejado el culto que se manifiesta especialmente los días 2 –Files Difuntos – y 11 de Noviembre de cada año, en que sus “devotos” encienden velas en la tumba, costeada por colecta popular y le piden desde trabajo y salud hasta la solución de problemas sentimentales, taras una vida entre el heroísmo y la delincuencia, amado o combatido por distintos grupos sociales, según las circunstancias de la época.
Sus restos están Gral. Alvear, en Colonia San pedro Atuél, Mendoza, cerca de Carmensa, donde vivía en una chacra hasta su muerte, donde decidió pegarse un tiro en la cabeza, en la madrugada del 14 de septiembre de 1941, cuando lo encontró la policía. Según su mujer, que vivo 101 – murió el 24 de mayo de 2014 –fue para evitar un tiroteo con la patrulla y poner en peligro a ella y sus dos hijas. Para cobrar una recompensa su amigo, Vicente Gascón, habría sido el entregador.
De Santa Fe se trasladó muy joven a Eduardo Castex, La Pampa. Era asiduo concurrente a un cabaret y respetaba a quienes allí trabajan. Cierto día, el Comisario del pueblo, Elias Farach quiso sobrepasarse con una mujer – su preferida -, y la tildo de prostituta. En la pelea murió el policía y Bairoletto escapo de la justicia. Otra versión, la de su mujer, señala que fue acusado de homicidio y encarcelado hasta 1921.
Al salir de la cárcel, se jura que nunca volverá a caer bajo las manos policiales, y empieza a tener relación con algunos políticos que lo contrataban como matón. Asaltaba caminos y a veces, intervenía en situaciones de injusticia entre ricos y pobres. Por eso la gente lo ayudaba a huir, y cuando se refugiaba en un lugar le hacían llegar mensajes para prevenirlo, le proporcionaban alimentos, abrigo y cuidados. En la década de 1930, se lo hacía responsable de cualquier asalto o muerte ocurrida, pero parecía un fantasma que la policía perseguía sin resultados.
Sin embargo desde 1921, hasta su muerte, vivió esos 20 años en la provincia de Mendoza, junto a Telma Ceballos con quien tuvo dos hijas, Juana y Juana y Elsa. Además, nueve nietos y 13 bisnietos, a quienes no conoció. Uno de ellos es investigador de la Universidad de Cuyo. Siempre pregono que sus hijas estudiasen.
Su mujer, Telma Ceballos, declaro en 2013, que alguien lo había traicionado, tal vez uno que estuvo con él en el Chaco, durante un asalto a La Forestal, agregando que es probable que haya sido una persona muy cercana a él, porque sabían exactamente el dato de que esa noche estaría realmente en casa.
Fue velado en el Salón de la Biblioteca Popular Sarmiento de General Alvear en la provincia de Mendoza. Sus restos se encuentran en esta localidad hoy en día.
En 1965 Eduardo Shaw dirigió el filme Lo llamaban Bairoletto que no llegó a estrenarse comercialmente. En 1985 Atilio Polverini dirigió Bairoletto, la aventura de un rebelde, en la cual Arturo Bonín interpreta al bandido. Las dos películas se basaron en la vida del bandido. En la década del 60’ un radioteatro de Radio Porteña – hoy continental – ponía en el aire una tira ‘Lo llamaban Bairoletto’.
El músico argentino León Gieco compuso una canción llamada «Bandidos Rurales» donde se nombra parte de su vida y la de varios bandidos de la pampa.
Ha siento 121 años la vida de Juan Bautista Bairoletto sigue siendo una leyenda.
Agencia MTR