Todavía no era el doctor Politis, sino Gustavo, un adolescente que recorría los médanos en su Necochea natal en búsqueda de restos arqueológicos. Hasta que una fría mañana de invierno se produjo un momento tan mágico como científico. “Mi primer hallazgo fue un cuchillito de gran antigüedad, que me causó mucha emoción. Ese mismo sentimiento lo reconozco cada vez que encuentro algo. Sigue siendo mi motor, mi combustible”.
Los años pasaron pero para Gustavo Politis, doctor en Ciencias Naturales y recientemente distinguido como Investigador de la Nación, esa “llamita” de pasión por la arqueología nunca se extinguió. Claro que ahora “el placer de hallar no está solamente en la belleza del objeto, sino en la importancia de lo que eso representa científicamente”, narra a la Agencia CTyS en su oficina del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Investigador y docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), Politis dirige tres líneas de investigación, entre las que se cuentan la arqueología pampeana, la del Delta superior del Paraná y la etnoarqueología, que consiste en estudiar sociedades tradicionales vivas para comprender sociedades del pasado
Sobre el galardón otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, destaca que “no es un premio individual, sino que ha sido posible gracias al apoyo de varias instituciones, como el CONICET, la UNLP y la UNICEN” y subraya que la distinción “es un estímulo y un apoyo a las Ciencias Sociales, reconociéndoles su status científico”.
Lo curioso de sus dichos acerca del reconocimiento para las Ciencias Sociales es que usted es Doctor en Ciencias Naturales…
Es verdad, es una disciplina que está en el límite. En esencia es una ciencia social, porque estudiamos al ser humano y a las sociedades del pasado. Lo que pasa es que para estudiar a esas sociedades del pasado recurrimos a métodos y técnicas analíticas propias de las Ciencias Naturales. Yo soy doctor en Ciencias Naturales porque, por tradición de la UNLP, la carrera está en la Facultad de Ciencias Naturales. En la UNICEN, la carrera está en el área de Sociales y, en la UBA, en la Facultad de Filosofía y Letras. Difieren levemente los contenidos, pero la diferencia es más que nada por la tradición.
¿Cuál diría que es el rasgo más particular de cada una de sus líneas de investigación?
En la investigación sobre arqueología pampeana, uno de los temas más interesantes es el poblamiento de América, pero también hay muchos otros temas relevantes. Por ejemplo, hay sitios rituales en Olavarría datados hace 3000 años y sitios que conservan las improntas de pisadas humanas en Monte Hermoso, de 7.500 años de antigüedad. Estos lugares incluyen también sitios de cacería de lobos marinos con buena conservación de artefactos de madera. En la arqueología del Delta del Paraná, confirmamos que construían montículos de tres metros de alto, donde ubicaban sus aldeas. En cuanto al trabajo con pueblos cazadores-recolectores actuales, el más impactante y motivador para mí fue el encuentro con los nukak, de la Amazonia colombiana, porque mantenían un patrón de vida muy tradicional. También trabajé, junto a otros colegass, con los hoti, en Venezuela, y con los awá, en Brasil.
¿Cuál es la riqueza que aporta poder trabajar con dinámicas sociales en vivo y con distintos niveles temporales?
El objetivo de trabajar con estas sociedades en vivo era ver cómo funcionan estas sociedades en la actualidad, que son las mismas que yo estoy mirando en el pasado. Intentamos tratar de encontrar claves de cómo funcionan estas sociedades hoy para poder encontrar datos que nos permitan interpretarlas en el pasado.
¿Hay diferencias en relación al trabajo en arqueología en Argentina y las metodologías de países de la región u otras zonas del mundo?
Si, hay varis diferencias. No hay diferencia en cuanto a las técnicas, sino en cuanto al status de la arqueología. En Chile y Brasil, por ejemplo, gran parte de la arqueología es privada, donde hacen estudios de impacto para grandes obras. Es otro tipo de trabajo, otra dinámica. En Argentina, la arqueología es mayoritariamente estatal, ya sea por el CONICET, por universidades nacionales o institutos. La principal diferencia entre la arqueología académica y la arqueología de contrato es que en esta última hay una fuerte limitante en el tiempo para hacer las investigacioens, por lo que se necesita una optimización de recursos y los objetivis son distintos En la arqueología académica, si bien también hay una optimización, el tiempo no es una limitante y no se busca mitigar el impacto de una obra de envergadura
Dentro de la esfera política, ¿hay conciencia sobre la importancia del patrimonio arqueológico? ¿Hay trabajo articulado en este sentido?
En general, no. No hay una conciencia bien clara, depende de cada provincia y de las distintas legislaciones. Por supuesto, es clave la visión, el saber y la experiencia del científico, siempre y cuando se le dé lugar y espacio para su opinión, cosa que no siempre sucede.
¿Cuál cree que ha sido la postura tomada por la academia en relación a las problemáticas de los pueblos originarios? ¿Ha cambiado el paradigma en los últimos años?
La arqueología y la antropología surgieron como disciplina colonial, fueron el brazo académico de la colonización. Surgieron como disciplina cuando Europa quería conocer al otro cultural, pero no por amor al saber sino como herramienta de colonización. Hay una herencia colonial en la práctica disciplinaria que persiste. Actualmente hay una tendencia para que la arqueología y la antropología sean una herramienta que también sea usada para la reivindicación de los derechos e identidad, el reclamo de los pueblos indígenas y para una mirada interna con el fin de descolonizarla. Claramente, hay un desbalance que se ve incluso en los programas de estudio: dos o tres temas sobre pueblos originarios, que incluye miles de años, y de los últimos tres siglos estudias durante cuatro años.
Usted ha señalado que, para tener una plena conciencia de la diversidad cultural, hay que entender que nuestro pasado no se limita a la llegada de los europeos…
Sí, por supuesto. Nosotros estamos entendiendo a la arqueología como herramienta para conocer la historia indígena, no como algo desasociado de la historia, y entendemos a los pueblos originarios como sujetos de la historia. No hay que olvidar que las poblaciones que vivían acá, mucho antes de la llegada de los europeos, domesticaron plantas y animales que cambiaron por completo la alimentación en el mundo. El aporte indígena al mundo fue enorme pero muy poco valorado.
Un científico en el medio
Para Politis, si bien hay un creciente interés de parte de los investigadores a la hora de divulgar sus trabajos y una buena articulación con el Programa de Popularización de la Ciencia- dependiente del MINCyT-, el aspecto a mejorar es el interés del periodismo en establecer vínculos con el mundo académico.
“En la inmensa mayoría, los arqueólogos podemos decir lo que hacemos con un lenguaje sencillo. Lo que pasa es que no hay una demanda sostenida de parte de los comunicadores por preguntarnos a nosotros. Me encantaría que nos llamaran más para que podamos explicar la implicancia de los hallazgos o el impacto que tienen en el ámbito científico y social”, asevera.
*Para Cadena Nueve,Agencia de Divulgación Científica CTyS, de la Universidad Nacional de La Matanza