La canción escrita por el abogado y poeta Vicente López y Planes y que le pusiera música el maestro Blas Parera, se convirtió en el Himno que une a todo el pueblo ante las circunstancias mas disimiles, de manera convocante a la unidad y el respeto.
El Triunvirato entendió que debía darle al pueblo un canto nacional de mayor importancia que el que hasta entonces se entonaba. En un oficio del 22 de julio de 1812, dirigido al Cabildo, sugería a éste que mandase a componer “la marcha de la patria”, para ser ejecutada al principio de las funciones teatrales, debiendo el público escucharla de pie y descubierto, así como en las escuelas al finalizar diariamente las clases.
Luego de un tiempo, el 6 de marzo de 1813, la Asamblea mandó a componer la letra del Himno Nacional, para lo cual encomendó al Doctor Vicente López y Planes la composición de una canción patriótica. Estos versos se oyeron por primera vez en la reunión que se realizó en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson el 14 de mayo de 1813. Miguel de Luca, hermano del poeta Esteban, recitó el poema y Blas Parera ejecutó en su clavicordio la música que había compuesto para esta ocasión. Todo el auditorio aplaudió y felicitó a los autores del Himno.
El 11 de Mayo del mismo año, la Soberana Asamblea aprobó los versos presentados por López y unos días después, la música que compuso Blas Parera. Además, dispuso que fuera la única canción que se entonara en los actos públicos. El poema original escrito por su autor y la partitura se han perdido. La versión que cantamos hoy es la que escribió el compositor Juan Pedro Esnaola en 1860.
Desde su creación, el nombre de nuestro himno tuvo varias denominaciones: “Marcha Patriótica”, “Canción Patriótica Nacional”, y “Canción Patriótica”, hasta que en 1847 se lo llamó definitivamente “Himno Nacional Argentino”. La versión completa consta de 9 estrofas de 8 versos, más un estribillo de 4. La mayoría de las 76 líneas originales se refieren a los deseos de libertad e independencia de la Argentina y otros pueblos de América (menciona expresamente a México, Quito, Potosí, Cochabamba, La Paz y Caracas) con desprecio por el dominio de España, nación que es mencionada con gran diversidad de términos despectivos: “el ibérico altivo león”; “fieros tiranos”; “vil invasor”; “tigres sedientos de sangre”; “fiero opresor de la Patria” o “fieras” que devoran “todo pueblo que logran rendir” y hasta portadora de un “estandarte sangriento”.
La música del himno experimentó en 1860 una modificación encomendada al músico Juan Pedro Esnaola, quien realizó una versión orquestada más rica desde el punto de vista armónica.
Tenido por Himno Nacional la Canción Patriótica de Vicente López y Planes, a través de un largo período de la nacionalidad fue interpretado de acuerdo con el texto original. Pero una vez desaparecido el furor de la contienda contra España, en aras de un acercamiento político con ésta, debido a numerosas críticas por parte de representantes diplomáticos españoles, la canción nacional sufrió en su enunciado una modificación de forma en lo relativo a aquella parte que pudiera tener un concepto peyorativo para otros países.
Durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, el 30 de marzo de 1900 un decreto refrendado con la firma del Presidente de la Nación y de los ministros Luis María Campos, Emilio Civit, Martín Rivadavia, Felipe Yofre, Jose María Rosa y Martín García Merou disponía que:
“Sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la República, en acuerdo de ministros decreta:
Artículo 1°. En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, sólo se cantarán la primera y la última cuarteta y el coro de la Canción Nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de mayo de 1813.”
Desaparecieron así las marciales referencias a “los bravos [argentinos] que unidos juraron su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre [los españoles] fuertes pechos sabrán oponer”. También se quitó: “Son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria [el soldado español] su cerviz orgullosa dobló”.