jueves, marzo 28, 2024
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Hace 62 años moría Eusebio Marcilla

Un accidente ocurrió en la ruta Nº 166, a veinte kilómetros de Esperanza, durante la disputa de “La Vuelta de la Provincia de Santa Fe”, terminó con la vida de Eusebio Marcilla. A partir de ese hecho, hace 62 años – 14 de marzo de 1953 – surgió la leyenda del deportista de Junín. Había nacido el 15 de julio de 1914. Hace algo más de un Siglo.bsascaracas4

Su historia dio pié para que un poeta santafesino, José Pedroni, le dedicara un verso: “El Caballero del Camino”. Además, en el lugar del deceso lo recuerda un monumento cubierto de placas.
Marcilla punteaba una carrera tradicional de aquellos tiempos, “La Vuelta de Santa Fe”, cuando en el tramo pavimentado entre Rafaela y Santa Fe, sobre la ruta nacional Nº 166, en un “martillo” que se toma para encontrar la ruta nacional Nº 11, una curva a 90º a la derecha, un error de cálculo, un cambio que no entró, unos frenos que no fueron suficientes, nunca se sabrá… Derrapó el Chevrolet negro número 4 salió de la ruta y dio contra una columna de cemento del cableado de alta tensión, golpeando justamente sobre la puerta del conductor, envolviéndola. Auxiliado por el público presente y vecinos del lugar, se lo trasladó a la ciudad de Santa Fe (unos 10 kilómetros). El juninense falleció después de llegar al hospital. Lo acompañaba Miguel Salem, que afortunadamente no corrió la misma suerte.
El debut ocurrió en la pista de Salto Argentino “al comando de una modesta maquinita Chevrolet que dio margen a diversos comentarios”. La crónica de la época lo resaltó en forma preponderante ese inicio en el Turismo de carretera en rutas abiertas y grandes epopeyas.

Eusebio Marcilla, considerado como el ícono deportivo por excelencia en Junín y su sola mención trae aparejado el apodo con el que pasaría a la historia: “Caballero del Camino”, ganado por sus  muestras de entrega hacia los demás,  incluso cuando estaba en juego su posición en la carrera, como el rescate a los hermanos Gálvez en 1940 o el de Juan Manuel Fangio en 1948 durante la Carrera Buenos Aires-Caracas (el Gran Premio de la América del Sur), donde llegó en el segundo puesto por haber preferido detenerse a rescatar a su compañero.
Siempre tuvo un sueño, ganar un Gran Premio. Pero ese sueño jamás pudo ser más fuerte que el deber de ayudar al compañero accidentado. Un deber que estaba mas allá de cualquier victoria, por soñada que esta fuera.
“La ciudad quedó paralizada con la noticia. Todo el pueblo se convirtió en un inmenso templo. La sensibilidad popular se desgarró en mil pedazos. Nadie podía creerlo. Todos amaban a Marcilla, simplemente porque nadie como él había llegado a meterse tan hondo en el cariño popular” , dice la edición de La Verdad del domingo 15 de marzo.

Diarios de todo el país lo destacaban como el caso de “La Voz de Rojas”: “Horas de duelo vive el deporte argentino ante la trágica desaparición de una figura descollante del automovilismo: Eusebio marcilla, caído en plena lucha mientras cumplía su compromiso en la Vuelta de Santa Fe, durante su primera etapa”.

Y agrega: “Desaparece con él un deportista cabal, que unía a sus relevantes condiciones de volante, su austeridad innata, su modestia ejemplar, se sentido de la caballerosidad que le valieron el justo título de caballero de los caminos, su bonhomía, su serenidad, su simpleza y su alto sentido de la amistad excelsas condición de ídolo de su pueblo, Junín y el respeto de los más vastos sectores de todo el país, donde se lo apreciaba y quería con particularísima distinción”.

De Caballero a Caballero

En el medio de la tragedia y la tristeza de aquellos días, el diario La Verdad también destacó en una nota del viernes 20 de marzo de 1953 la actitud de Jorge Orduna quien en la Quinta Vuelta de Santa Fe jugó un papel preponderante cuando ocurrió el accidente que le costó a Eusebio Marcilla. También él iba punteando la carrera, a corta distancia del “Ciudad de Junín”, que, en un alarde trágico se había adelantado a todas las máquinas. Pudo más la sensibilidad física de Orduna que cualquier otro impulso. Prefirió desprenderse de ese halago de conquista y obedecer a un llamado que era superior a todo: el marplatense abandonó la carrera para trasladar al volante de Junín hasta el nosocomio más próximo, lo cual generó un aluvión de buenos comentarios con respecto a su persona.
Pero unos meses más tarde, él sería protagonista de un hecho lamentable, cuando el 25 de octubre en Tandil se rozó a gran velocidad con el bólido de Julio Devoto, llevando la peor parte Jorge Orduna, que tras el espectacular vuelco perdió instantáneamente la vida.

A todo esto, el martes 24 de marzo La Verdad publicó otra nota referida a la muerte del ídolo de la ciudad. Logró un reportaje con el copiloto de Marcilla, Miguel Salem quien atendió al cronista juninense en la habitación del Sanatorio “San Miguel” de la ciudad de Santa Fe. “Veníamos realizando una excelente carrera –cuenta-. El coche respondía ampliamente. Unos trescientos metros antes de llegar a la curva fatal, Eusebio puso el pie sobre el pedal del freno. Un poco preocupado observé que el mismo se fue a la tabla, por lo que me día cabal cuenta de que los frenos no respondían.

Ibamos a una velocidad de aproximadamente 178 kilómetros. De pronto Eusebio se aferró al dominio del volante y procuró efectuar cambios. Escuchó unos ruidos raros en la caja como si no engancharan y ante la posibilidad de hacer un desastre con el público que esperaba el paso de los corredores, hizo un viraje en forma magistral, proyectándose el coche en el aire con el resultado que todos conocen, al hacer impacto en la columna de cemento”, narró Salem al periodista del diario La Verdad que lo entrevistó.
El dolor fue inmenso y la ciudad aún hoy lo lamenta. El hombre se convirtió en leyenda y ya no queda mucho más para decir salvo hacerse eco de las estrofas finales del poema de José Pedroni: “No digamos su nombre deshojado./Su nombre ya no es nuestro./En el lugar donde dejó la sangre,/flores le pone el pueblo./Amarillas y blancas, que duran un momento,/atadas con un hilo de retama./Todo del mismo suelo./El caballero de Junín,/ya tiene monumento.

Hoy Junín lo puso bien alto con el nombre del Autódromo que crece en toda la región.

Hace un Siglo nadie pensaba en las historias que escribiría, con los años, Eusebio Marcilla, ese bebe que por entonces tenía 8 meses y recién gateba. Este 15 de julio cumpliría 101 años.

El caballero de Junín

El de Junín, ha muerto.
Vino a morir a mi provincia.
Atravesó mi pueblo.
Iba tan rápido a su fin,
que nadie pudo verlo.
La voz de mi saludo,
¡ Libertad ¡,
 me la quitó con el viento.
Allí estaban los hombres, las mujeres,
junto al camino recto.
Los niños en los árboles,
y el avión en el cielo.
El pasó con su ráfaga a morir,
con muertas mariposas en el pecho.
La luz de tu sonrisa se te apagó sin verlo.
Cuando alzaste los brazos para él,
ya estaba lejos …, lejos.
Te dejó un remolino en el vestido,
y una hoja en el pelo.
El zumbido perdiose hacia m río.
Era como un lamento.
El río suele amanecer con ángel.
Pensé que el ángel fuera a detenerlo.
No digamos su nombre deshojado.
Su nombre ya no es nuestro.
En el lugar donde dejó la sangre,
flores le pone el pueblo.
Amarillas y blancas, que duran un momento,
atadas con un hilo de retama.
Todo del mismo suelo.
El caballero de Junín,
ya tiene monumento.
Letra: José Pedroni
Interpreta: Jorge Cafrune
Estilo: Poema

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