jueves, marzo 28, 2024
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Cuando no se enrojece por decirle mentiroso

Las cuestiones de inseguridad e impunidad en barrios Los Aromos movilizó a un actor social a decirle al Intendente en el lapso de 60 días “mentiroso” en tres oportunidades.Gustavo Tinetti Estudio Radio pcia

Las referencias  “inseguridad” se debe a que los reclamos son por la falta de seguridad y un plan de trabajo en la materia; y la expresión “impunidad” nace de la falta de sanción a un funcionario ante el señalamiento de los mismos vecinos mostrando un abuso de poder. Ahora, renunció y nadie le reprochó por esa conducta.

La expresión “mentiroso”,  caló hondo en los testigos-escuchas porque el destinatario fue la máxima figura política del distrito. La mayoría de los presentes se sintieron incómodos, menos el receptor, al cual  no se le “movió un pelo”. No reaccionó ni como persona sanguínea, condición humana anterior a los roles y jerarquías, ni como funcionario. Nada, en apariencia.

La reacción del vecino estuvo dada en que se le prometieron obras y nunca se realizaron sin ni siquiera explicar los motivos de su no plasmación ya que ello, también es parte de una acción de gobierno. Decir cuando no se puede.

Es decir, no surgió la calificación por actitud espontánea o vehemente. Fue la consecuencia de anuncios de obras no realizadas a lo largo de más de 30 meses.

Las tres veces que se le dijeron de viva vos al Intendente ”Ud. es un mentiroso” fue en presencia de vecinos, concejales, funcionarios de su cartera gubernamental, periodistas y visitantes a interiorizarse sobre las acciones de gobierno para poner límite a ambos hechos. La inseguridad y conducta de un funcionario, calificado por infiel, por su comportamiento impropio  del área oficial de trabajo. Hasta ahora nada se ha decido ni por un tema y por el otro, el hombre se fue “voluntariamente”, tras presiones para que dejase el cargo. “Renunció”.

El  vocablo “mentiroso” para el emisor significa que “Ud. ha faltado a lo prometido”, es decir, a quebrantado el pacto de buena fe que surge de su investidura y necesidad de los ciudadanos a creer, confiar.

El anuncio de un político pronunciando una mentira es porque  espera que el otro crea en la veracidad de lo dicho. De esta manera, la persona que miente sabe que está incurriendo en algo falaz, pero su interlocutor puede no advertirlo. Por eso, cuando se habla de descubrimiento de una mentira, es decir cuando el otro sujeto advierte que ha sido engañado, aparece la reacción; y hoy las desobediencias se multiplican en las redes sociales, y ya se han pronunciado en las primarias y en octubre último con perdida de votos y cargos, y en la última encuesta donde de cada 10 vecinos 2 le siguen siendo fieles. Los restantes 8 desconfían, ya que emigraron entre el PRO, Frente para la Victoria -JP y el GEN.

El rubor es el acto de mostrar enrojecimiento en la cara, por lo general es causado por una respuesta emocional.  Las inquietes que causan rubor son la vergüenza, la timidez, la modestia y el amor. Ninguno de estos cuatro sentimientos se reflejaron en el rostro del receptor. Nada, en apariencia.

Mientras ruborizarse es una reacción natural, máxime cuando el emisor de la falta a la verdad es descubierto, la ausencia de manifestación es llamativa, ya que detrás puede haber un comportamiento cínico, es decir de falta de vergüenza, o no sentirse identificado con el reproche.

La expresión “cínico”, se aplica a la persona que miente o comete actos vergonzosos con descaro, sin ocultarse ni sentir vergüenza.

La ausencia de rubor o expresión gestual de “acuse” de la calificación, también fue significante. Una imputación de viva voz delante de muchas personas, entre ellos representantes de todos los partidos políticos con representación en el Cuerpo Deliberativo, funcionarios de rango inferior, un ex-intendente que transita con la frente bien alta, periodistas, vecinos de barrios en conflicto con la ausencia de seguridad que piden a gritos resolución a lo que viven y visitantes a la reunión, saca de la silla al mejor domador. Sin embargo, el receptor, no se inmutó. Nada, en apariencia.

Una mentira es una declaración realizada por alguien que tiene la convicción de que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total.  Mentir es decir una mentira. A las personas que dicen una mentira, especialmente a aquellas que las dicen frecuentemente, se las califica de mentirosas. Mentir implica un engaño intencionado y consciente.

También es mentira el acto de la simulación o el fingir. Por ejemplo: si alguien atropella a una persona y huye del lugar sin ser identificado y, después de un tiempo, regresa y se mezcla con los curiosos y finge indignación por lo ocurrido, está mintiendo a todos aquellos ante quienes simula o finge inocencia. En otras palabras, para mentir no se necesita decir palabra alguna. Los actos terminan corroborando la ausencia de verdad.

Ahora, bien, se miente porque que se es mentiroso o para salir del paso, aunque no estén dadas todas las condiciones para sostener con realidades los hechos que se anuncian como ciertos. Otro ejemplo, la construcción de una pista de skype o para patinetas, que nunca se hizo en el Acceso Presidente Perón, y hay muchas más.

Mentir está en contra de los cánones morales o éticos de muchas personas y está específicamente considerado como pecado en las religiones. La tradición ética y los filósofos están divididos sobre si se puede permitir a veces una mentira (pero generalmente se posicionan en contra): Platón decía que sí, mientras que Aristóteles, San Agustín y Kant, decían que nunca se puede permitir. Las visiones iguales fueron con diferencias de siglos en el tiempo.

En función de las circunstancias, parecería que en política se puede faltar a la verdad y el pueblo acepta este engaño, tal vez por la necesidad de ver hecha realidad sus reclamos….y después vienen las reacciones, al descubrir la mentira. Unos las canalizan en los votos, otros, en los enojos en la calle, sus lugares de trabajo o manifestaciones públicas;  y otros, diciéndolas en la cara.

Mentir de una forma que intensifica un conflicto, en vez de atenuarlo, generalmente se considera el peor pecado. Por lo menos para los norteamericanos que además lo tienen sancionado en materia penal como le pasó al ex-presidente Bill Clinton que fue a juicio no por una affaire con una pasante en la Casa Blanca, sino por mentir, ya que no se acepta la destrucción de la honradez pública.

Un mentiroso es una persona que tiene cierta tendencia a decir mentiras. La tolerancia de la gente con los mentirosos habitualmente es muy pequeña, y a menudo sólo se necesita que se sorprenda a alguien en una mentira para que se le asigne la etiqueta de mentiroso y se le pierda para siempre la confianza. Esto, por supuesto, es moderado por la importancia del hecho al que se refiera la mentira.

Pese a que las mentiras estén mal vistas, se ve como algo normal considerar que hay mentiras peores que otras.

Al respecto, San Agustín distingue nueve tipos de mentiras: las mentiras en la enseñanza religiosa; las mentiras que hacen daño y no ayudan a nadie; las que hacen daño y sí ayudan a alguien; las mentiras que surgen por el mero placer de mentir; las mentiras dichas para complacer a los demás en un discurso; las mentiras que no hacen daño y ayudan a alguien; las mentiras que no hacen daño y pueden salvar la vida de alguien; las mentiras dichas para dar una mejor impresión, y las mentiras que no hacen daño y protegen la “pureza” de alguien. Por otra parte, San Agustín aclara que las “mentirijillas” no son en realidad mentiras.

Tomás de Aquino, por su parte, distingue tres tipos de mentiras: la útil, la humorística y la maliciosa. Según Tomás de Aquino, los tres tipos de mentira son pecado. Las mentiras útiles y humorísticas son pecados veniales, mientras que la mentira maliciosa es pecado mortal.

Mentir es faltar a la verdad a sabiendas de que lo estamos haciendo.

Las personas, cuando mienten, lo hacen porque consideran necesario ofrecer una imagen diferente de la realidad, con la que no están conformes. La máscara que proporciona la mentira permite crear la imagen de nosotros mismos que queremos trasmitir. Sin embargo, esta máscara es inconsistente, ya que una mentira lleva a la creación de una larga cadena de ellas que permita sostener la certeza de la primera, lo cual produce miedo a perder la imagen falsa que se ha creado y supone una tensión continua para el mentiroso en cuestión, además de un importante desgaste de energías, ya que es necesario contar con una buena memoria para no contradecir las mentiras anteriores.

Que al Intendente nada le pase en apariencia, no significa que  los reclamos, reproches y expresiones, hasta la de “mentiroso”  no le mellen. La ausencia de reacción obedece a que, en su interior se siente perdido, y bríos para la reacción, ya que los desbordes por carencias de políticas en las más variadas áreas, lo sobrepasan.

Es más, el torrente sanguíneo como hombre lo canaliza en marcado mal humor que hoy sorprende a sus allegados y a quienes lo conocen. Nada, en apariencia, es mucho en inacciones que a diario reclaman los vecinos cada día.

Que cada anuncio sea acompañado con los hechos, evitará que la gente considere al dirigente-político de mentiroso. La premisa no cabe no solo al intendente, también a todos los que tengan responsabilidades públicas.

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