Un estudio internacional, del que participaron especialistas del CONICET y del INTA, demostró que en regiones con gran impacto humano se produce un déficit en la diversidad potencial de especies del reino vegetal. ¿Las consecuencias? Suelos menos productivos y más susceptibles de ser afectados por eventos climáticos.
Hace siete años, cuando un grupo de investigación en Estonia comenzó a hablar de la “diversidad oscura”, el término llamó la atención. El concepto se refiere a la presencia dispar de especies de plantas que potencialmente deberían estar en una región circundante, pero no lo están.
Este equipo de especialistas fue creciendo y, con el paso del tiempo, se convirtió en una red internacional integrada por investigadores de todo el mundo: la DarkDiva net. Recientemente publicóon un estudio en el que demostraron la pérdida de diversidad de plantas en regiones muy alteradas por la actividad humana. El trabajo, coordinado desde la Universidad de Tartu (Estonia) y publicado recientemente en Nature, contó con la colaboración de tres investigadores del CONICET.
En el estudio se analizaron más de 5500 lugares en 119 regiones del mundo. Entre ellas, zonas delimitadas en las provincias de Córdoba y Santa Cruz, que fueron abordadas por Melisa Giorgis y Lucas Enrico, del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV-CONICET-UNC) y por Pablo Peri, del INTA EEA Santa Cruz y del Centro de Investigaciones y Transferencia de Santa Cruz (CONICET-UNPA-UTN).
En el caso del investigador de Santa Cruz, participó con parcelas de pastizal natural, cerca de Río Gallegos, que pertenecen a una red de monitoreo de biodiversidad de distintos ecosistemas que estudian hace más de 20 años (Red PEBANPA). “Los resultados nos llamaron la atención porque confirmamos esta diversidad oscura que también se dio en el resto de las regiones analizadas del mundo”, detalló Peri, en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM .
¿En qué consiste esa DarkDiv? Peri lo explicó de la siguiente manera: “Si se encuentra una especie en dos metros cuadrados, cuando ampliás a una hectárea se supone que potencialmente debería volver a aparecer, pero eso muchas veces no sucede. Seguís ampliando y tampoco aparece, hasta que en la hectárea 10 la encontrás de nuevo. Eso da cuenta de una discontinuidad que tiene un por qué”.
Los rastros de la huella humana
Los resultados del informe internacional fueron claros: en regiones con poco impacto humano, los ecosistemas suelen contener más de un tercio de las especies potenciales. En regiones fuertemente impactadas por las actividades humanas, contienen solo una de cada cinco especies potenciales.
Ese disturbio antrópico se mide utilizando el Índice de Huella Humana, es decir, la magnitud del impacto de las personas sobre la biodiversidad. Y allí juegan factores como el desarrollo urbano, la contaminación, los incendios, la tala desmedida, la ganadería, la agricultura, las obras de infraestructura… y un largo etcétera.
En el caso de estudio del investigador del CONICET, la causa fue la actividad ganadera. “Detectaron que había un sobrepastoreo del ovino, porque estos animales seleccionan un lugar y solo comen de ese sitio. Ese comportamiento fue el factor antrópico que generó la discontinuidad en las especies de plantas”, explicó.
“Gracias por un mundo mejor”
El concepto de “diversidad oscura”, según los científicos que participan del estudio, puede ser una herramienta clave. Las entidades a cargo de la conservación de los ecosistemas tendrían más recursos para identificar las especies potencialmente presentes que actualmente no están y promuevan su restauración.
Pero el beneficio va más allá de la conservación misma de las plantas. “Hemos comprobado que, a mayor biodiversidad de especies en suelos con actividad productiva, mayor es también su resistencia a sequías o eventos climáticos. Y también sostiene más fijaciones de carbono en el suelo”, afirmó el investigador de la UNPA.
Para Peri, esta información es crucial para los productores, ya que “sostener especies asegura una producción más estable en el tiempo”. Sin embargo, se estima que aún es necesario afianzar todo el sistema para lograr un verdadero compromiso.
“Si un productor mantiene mejor la biodiversidad de plantas deberían pagarle más y agradecerle por un mundo mejor. El tema es que la industria cárnica no paga más por eso y el consumidor, en países como el nuestro con altos niveles de inflación, lamentablemente tampoco”, concluyó.
Agencia CTyS-UNLaM, para Cadena Nueve