La kinesiología aporta herramientas valiosas en el abordaje integral de personas con trastornos psiquiátricos. Su intervención no solo ayuda a recuperar funciones motoras deterioradas, sino que también colabora en el bienestar emocional y social del paciente, en un trabajo interdisciplinario que requiere tanto técnica como sensibilidad, según destacaron desde el Colegio de Kinesiólogos de la Provincia de Buenos Aires (CoKiBA).
“El trabajo del kinesiólogo en salud mental pone de manifiesto un aspecto poco visibilizado de la disciplina: se abordan dimensiones emocionales, cognitivas y sociales, en un camino que requiere tanto técnica como sensibilidad”, señalaron desde la entidad.
Gustavo Peluso, kinesiólogo con experiencia en hospitales de Salud Mental e integrante del CoKiBA, explicó que muchos de los trastornos motores que presentan estos pacientes se deben al uso prolongado de medicación psiquiátrica. “Con frecuencia, estos tratamientos generan efectos secundarios como pérdida de equilibrio, disminución de la fuerza muscular, aumento de peso, rigidez o alteraciones en la marcha”, detalló.
La labor del kinesiólogo se desarrolla junto a médicos, fisiatras, psicólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales y otros profesionales que integran los equipos interdisciplinarios de salud mental. En ese contexto, la intervención kinesiológica busca prevenir lesiones, mejorar la movilidad y, en muchos casos, reducir la necesidad de medicación.
“La actividad física guiada no solo mejora las funciones motoras, sino que también reduce el estrés, alivia la ansiedad, mejora el sueño y favorece la autoestima”, indicó Peluso. Además, advirtió que los beneficios del ejercicio se observan incluso en los cuadros leves o moderados de depresión.
El enfoque terapéutico varía según cada diagnóstico y paciente, por lo que la personalización del tratamiento es clave. “Una de las mayores dificultades está en la dosificación de los medicamentos. Muchas veces, al iniciar ejercicios físicos o planes de rehabilitación, se logran mejoras que permiten reducir la medicación”, agregó el especialista.
Por fuera del ámbito hospitalario, los kinesiólogos también realizan un seguimiento en la externación, etapa en la que suelen aparecer nuevas dificultades. “Muchas veces se pierde el control sobre la medicación, lo que puede provocar recaídas o efectos adversos. Por eso, es fundamental seguir acompañando al paciente en ese proceso”, subrayó.
Peluso enfatizó además la necesidad de concientizar sobre la prevención. “Recién se recurre a la kinesiología cuando ya ocurrió una caída, una fractura o una lesión. No se piensa en el ejercicio como herramienta preventiva”, advirtió.
Por último, destacó el impacto social del trabajo kinesiológico: “Los programas de actividad física grupal favorecen la integración, reducen el aislamiento y mejoran la calidad de vida de las personas con enfermedades mentales. Es un aporte fundamental que aún necesita mayor reconocimiento y visibilidad”.