jueves, abril 18, 2024
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Ariel Torrado Mosconi, “No es cristiano pensar “que cada uno se arregle como pueda””

MisaEn la Catedral se llevo adelante la celebración de Corpus Christi encabezada por el Obispo de la Diócesis Santo Domingo de Guzmán, Monseñor Ariel Torrado Mosconi.

Para los católicos la Solemnidad gana en trascendencia ya que se recuerda la presencia real del Cuerpo y la Sangre de Cristo, en la Eucaristía.

Estos alimentos invitaron al celebrante a reflexionar, desde el Evangelio de la ‘Multiplicación de los panes’, uno de los Milagros de Jesús, sobre el pan en sí mismo como símbolo de satisfacer las necesidades humanas y espirituales de cada ser. Es decir, de cada hijo de Dios.

Al respecto, el Obispo – tal como está acostumbrando a los  feligreses en su manera de contar el evangelio y llegar no solo al pueblo de Dios, sino la sociedad, toda – basó su mensaje en cuatro ejes centrales.

Al primero lo denominó ‘Hacernos cargo del hambre de nuestros hermanos’. La frase fuerte – y que gana en trascendencia en todos tiempos de egoísmos – fue “No es cristiano pensar “que cada uno se arregle como pueda””.

El Padre Ariel arriba a esa expresión tras decir que el hambre de nuestros hermanos no es un problema del otro. Ante las necesidades de un hermano – un convecino – facilitarle los medios para el trabajo para que alcance su pan. ‘El llamado del Señor “denles ustedes” – expresado a sus discípulos ante las necesidades de otro- es una exhortación al trabajo nuestro y al de enseñar a trabajar’, resaltó ante las miradas y escuchas atentas de los presentes.

 Al segundo punto lo denominó “El problema del hambre se soluciona en comunidad”.

Al respecto, el titular de la Diócesis dijo con énfasis “El pan se corta con la mano para distribuirlo, compartir el pan es agruparse y significa la unión de los comensales”.  Tras ello, añadió “Es que si no nos hacemos y sentimos comunidad jamás podremos solucionar nuestras necesidades”, que que entre todos debemos procurar el bien común.

A la tercera reflexión la llamó: “El compartir hace que lo poco se vuelva sobreabundante”. “El pan no es para guardar, es para compartir”, subrayó. “En el padrenuestro pedimos el pan de cada día. El pan que se guarda se pone duro y ya no sirve. El pan es para compartir tierno, sin “amarretismos” ni tacañerías. El Señor nos invita a compartir con alegría”, mencionó con claridad de concepto y mirada segura.

La cuarta consideración para hacer didáctica su explicación del Evangelio, Ariel Torrado Mosoni, la precisó con la siguiente frase “Lo que sobra no se tira”.  En ese sentido, el prelado hizo mención que “No podemos despilfarrar, derrochar los bienes que Dios nos concede. Eso vale para tener presente que el dinero y los bienes materiales deben ser usados con responsabilidad y que debemos cuidarnos del consumismo frívolo y de la ostentación en lujos que es ofensiva para los pobres”.

La frase final de su homilía alcanza a toda la comunidad, ya que el Obispo pide que cada uno se “comprometa públicamente como cristianos a ser coherentes con el evangelio”. En síntesis invita a ser coherente entre el ‘ser y el parecer’.

Mensaje textual de la Homilía de la Fiesta del Corpus Christi, 2016:

La tradicional celebración anual del Corpus tiene como fundamento el reconocimiento de que nosotros creemos en un Dios cercano, que se ha querido quedar entre nosotros de manera sencilla y humilde en la apariencia de un pedazo de pan.

Esa cercanía es una invitación a frecuentar un trato de amistad con Jesús que ha querido habitar con nosotros.

Es por eso que también salimos a nuestras plazas y recorremos nuestras calles mostrando que nuestro Dios se ha hecho vecino, cercano, uno más entre nosotros. Dios vive en Nueve de Julio, habita en nuestra ciudad y recorre nuestras calles.

En el evangelio de la liturgia de hoy se nos ofrece el relato de la multiplicación de los panes. El pan es el alimento fundamental, hasta el extremo que se ha convertido en un sinónimo de comida, por eso el pan simboliza todas las necesidades humanas y espirituales; y hasta la misma Palabra de Dios y la Eucaristía.

Yo quisiera que profundicemos en cuatro tópicos que nos sugiere la palabra del Señor y que viene a iluminar la realidad de nuestra vida.

  1. Hacernos cargo del hambre de nuestros hermanos

El hambre de nuestros hermanos –sus necesidades vitales, todo lo que le hace falta para vivir- no es un problema del otro. A veces, al igual que los discípulos, caemos en la tentación de pensar que no nos compete a nosotros solucionar las necesidades de los demás.

El individualismo nos puede llevar a la tentación de creer que cada uno es responsable de lograr satisfacer sus necesidades y las de su familia. Cuando no puede hacerlo, lo consideramos un inútil o un vago.

No es cristiano pensar “que cada uno se arregle como pueda”.

Debemos pasar de la preocupación a la ocupación. Jesús los compromete a hacerse cargo y a poner manos a la obra. Ante la inquietud poco comprometida de los discípulos, Jesús los hace responsables a ellos “Denles ustedes de comer”.

También nosotros debemos procurar no quedarnos en estériles lamentos o en quejas lastimosas sino que debemos hacernos cargo de ofrecerle pan al hermano. Pero no se trata de regalar lo que se debe ganar con esfuerzo. El llamado del Señor “denles ustedes” es una exhortación al trabajo nuestro y al de enseñar a trabajar. Trabajar por el bien común, superar la mentalidad subsidio fácil y recomponer la cultura del trabajo. ¡Qué hermoso y digno es que el pan llegue a nuestra mesa como fruto del esfuerzo! Y que ese pan sobreabunde, para que podamos compartirlo y para que llegue hasta la mesa de los más pobres.

  1. El problema del hambre se soluciona en comunidad

Jesús manda hacer sentar a la multitud en pequeños grupos. El pan es para comer sentados en una misma mesa. El pan se corta con la mano para distribuirlo, compartir el pan es agruparse y significa la unión de los comensales.

Es que si no nos hacemos y sentimos comunidad jamás podremos solucionar nuestras necesidades. Debemos hacernos familia, Dios no tira el alimento a las multitudes, sino que ofrece el pan a la comunidad.

De aquí que sea tan necesario en una comunidad, y en la sociedad toda, el sentarnos a la mesa para dialogar para acrecentar los vínculos de comunión e ir buscando entre todos los medios para concretar el bien común.

  1. El compartir hace que lo poco se vuelva sobreabundante

Compartir lo que tenemos, aunque sea sólo cinco pancitos, es lo que hará que no falte nada a nadie. El pan no es para guardar, es para compartir. En el padrenuestro pedimos el pan de cada día. El pan que se guarda se pone duro y ya no sirve. El pan es para compartir tierno, sin “amarretismos” ni tacañerías. El Señor nos invita a compartir con alegría.

¡No tengamos miedo a ser generosos y compartir: son las verdaderas inversiones de la vida!

Tanto en el seno de la comunidad eclesial como en las instituciones y organismos de nuestra sociedad, deberíamos preguntarnos, plantearnos, proponernos cómo hacer concretamente para que no falte a ninguna persona ni a ninguna familia lo necesario para una vida digna.

  1. Lo que sobra no se tira.

Aprender a ver los bienes materiales como un don precioso de Dios que no se puede desperdiciar. Así como nos han enseñado de niños que si se cae un pedazo de pan no se tira sin antes besarlo, así debemos cuidar los dones de Dios. No podemos despilfarrar, derrochar los bienes que Dios nos concede. Eso vale para tener presente que el dinero y los bienes materiales deben ser usados con responsabilidad y que debemos cuidarnos del consumismo frívolo y de la ostentación en lujos que es ofensiva para los pobres.

¡Qué bueno sería educar a nuestros chicos y jóvenes en la austeridad y la generosidad!

Que la fiesta que celebramos nos llene de gozo y compromiso para vivir la enseñanza de Jesús no mirando para el otro lado sino haciéndonos cargo del hambre del hermano, trabajando por ser familia y comunidad, compartiendo los dones de Dios y valorando el pan como un valioso regalo de Dios, sin jamás malgastarlo.

Celebrar, adorar, y misionar. Que la celebración de la Eucaristía y su prolongación en la solemne procesión nos lleve a adorar y misionar por las calles de Nueve de Julio y nos comprometa públicamente como cristianos a ser coherentes con el evangelio. +Ariel Torrado Mosconi.

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